Hasta el domingo pasado la seguridad de Bogotá se pensaba en un centro de estudios con más de 50 personas. Desde esta semana, esa labor la harán muchos menos funcionarios, en uno de los primeros pasos para preparar la creación de la Secretaría de Seguridad que quiere crear Enrique Peñalosa.
Va a cambiar radicalmente el Centro de estudios y análisis en convivencia y seguridad ciudadana, Ceascs, que durante ocho años ayudó a crear programas bandera de las alcaldías de izquierda, como los Camad (los Centros de Atención Médica a Drogadictos) de Gustavo Petro, las políticas de desarme o las restricciones a la venta de alcohol de la alcaldía de Clara López.
Según dos de los funcionarios salientes, 53 de sus miembros terminaron labores el domingo.Y su director Rubén Darío Ramírez, cerebro de esas políticas de seguridad de los últimos tres alcaldes, renunció el 10 de enero, 20 días antes de la terminación de su contrato.
En entrevista con La Silla Vacía expresó que con la administración actual vio la llegada de una visión radicalmente diferente a cómo se ha manejado durante los últimos 12 años, y por eso se fue.
Ramírez considera que la aproximación social que se viene dando a temas como los habitantes de calle y los vendedores ambulantes, no va a tener continuidad. Y teme que la nueva administración vaya a realizar operativos de recuperación del espacio público a punta de represión.
Daniel Mejía, actual Subsecretario de Seguridad de Peñalosa y quien va a ser su Secretario de seguridad una vez se cree esa entidad, le dijo a La Silla que el Ceascs “malgastaba recursos” en una nómina demasiado grande. También dijo que ese centro “no le daba información absolutamente a nadie”, por lo cual no estaba cumpliendo con su función de orientar a las secretarías del Distrito.
Según dijo, la administración actual va a contratar personal mejor calificado para producir estudios más técnicos y transparentes.
Ese modelo recuerda el que existió en las administraciones de Mockus y Peñalosa, entre 1995 y el 2003, cuando el Sistema de Información de Violencia y Delincuencia tenía un equipo de trabajo de uno seis analistas, cada uno enfocado en un delito diferente.
Además de esa reducción en la nómina, Mejía está evaluando qué programas del Centro se van a mantener. Por ahora, se decidió que sigue el de Gestores de Convivencia, que capacitó a más de 9.000 jóvenes en la resolución de conflictos y el acompañamiento de eventos, protestas y manifestaciones.
El organismo que reemplace al Ceascs tendrá que lidiar con una ciudad que, si bien tiene menos homicidios, también vive una crisis de la percepción de seguridad. Según Bogotá Cómo Vamos, en el 2015 el 59% de los bogotanos aseguraron que se sentían inseguros en el espacio público.