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El Quindío: en paro para salvar lo insalvable
Por: Juan Pablo Pino, Lun, 2013-08-19 01:55

Hoy arranca el paro nacional agrario, liderado por los cultivadores de café. Los cafeteros le están pidiendo al gobierno que se pague el subsidio en el mismo momento en que se vende el grano y que intervenga los precios de los insumos (fertilizantes, abonos y demás) para rebajarlos y así hacer que los costos de producción del café sean menos para tener un precio internacional más competitivo. Pero la realidad es que por más subsidios e intervenciones que haga el gobierno, por lo menos en el Quindío, el café ya es una cosa del pasado, como lo cuenta Juan Pablo Pino, fotógrafo de la Silla, que estuvo allí.

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    Según cifras de la Federación Nacional de Cafeteros, hace 10 años en el Quindío había 44.500 hectáreas cultivadas con café, la última cifra de la Federación, de 2012, da cuenta de que actualmente 30.200 hectáreas en el Quindío están cultivadas con el grano. Este dato se refleja en la vida de todo el departamento.
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    La situación es tal que los pocos campesinos que se dedican a recoger café en la región no encuentran trabajo. “Eso ya no da. De esto ya no se vive. Son unos meses al año, por ahí tres. De resto le toca a uno rebuscarse por ahí trabajando al jornal. Ya no hay café para coger” dice Ramiro Méndez, de 32 años, que lleva 15 trabajando entre cafetales.
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    Es difícil conseguir trabajadores, no hay quien recoja café. Los recolectores que aún sobreviven del oficio ya no se dedican sólo a la recolección, tienen que conseguir trabajos temporales mientras llegan los días de cosecha. “Hace más de 10 años uno vivía de esto, se la pasaba uno por Huila, Antioquia, Caldas y Risaralda. Cogiendo café. Ya no. Entonces mejor se queda uno aquí trabajando y ganando poquito... manteniéndose” dice Gerardo Rojas, recolector.
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    Son pocos los que hoy compran semillas y quieren sembrar más. Los que siguen con el café trabajan con los cafetales que tienen, pero muchos sólo están esperando a que se acaben para cambiar de cultivo.
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    De más de 10 trilladoras que existían en Armenia hace 15 años, hoy en día menos de cinco sobreviven en pie. El número de trilladoras es proporcional a la producción, así que es fácil hacer cuentas y darse cuenta de cuánto ha bajado la producción de café en el Quindío.
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    Antes en una finca se cultivaba y se hacia el “beneficio” (que consiste en despulpar el grano de café y sacar sólo la nuez, seca, que es lo que se vende en las cooperativas de caficultores). Ya no. Se vende muchas veces el grano mojado, porque es mucho el trabajo para el precio tan bajo que tiene el café.
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    José Querubín Bueno muestra un lote de café, de las más de 53 hectáreas que tiene la finca que administra. “A este tocó sacarle los palos (de café) de raíz. Se los comió la Roya. Ahora se va a sembrar plátano aquí”, dice.
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    Cuando la mata de café es atacada por La Roya, queda sin hojas y el grano queda de color amarillo, no llega a ser un grano rojo. “La Roya está acabando con todo porque los pesticidas están muy caros y el precio del café muy bajo. No hay plata para fumigar. Esto es lo que está dejando la crisis” dice Querubín mientras observa esta mata de café, que ya está próxima a morir.
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    En las fincas cafeteras todo está subutilizado. Los cuarteles, los secaderos, todas las fincas en general. Es que ya el café no sostiene. "El que quiera un negocio con el café no puede vivir de él, puede tenerlo por gusto. La crisis es grave, ya plata con esto no se vuelve a conseguir” dice un caficultor. No es el único.
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    En este alimentadero de la finca El Oro, una de las más reconocidas del Quindío, hace más de 15 años se alimentaban en época de cosecha más o menos 150 personas. Este es el número de trabajadores que hoy recogen café mientras la cosecha.
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    Estos son los dormitorios donde hace más de una década los recolectores de la finca El Oro descansaban. Tienen capacidad para cerca de 150 personas. Hoy están completamente subutilizados rayando en el punto del abandono. Son muy pocos los recolectores de café que hoy duermen allí.
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    Los bajos precios internacionales llevaron lentamente al café del Quindío a estar cerca de la quiebra. Países como Brasil y Vietnam, hoy también grandes productores del grano, atraviesan por una crisis similar a la colombiana. Mientras tanto, los almacenes de café en el Quindío están desocupados.
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    El promedio de edad de los trabajadores en una finca es de 55 años. En tres o cinco años, dicen los caficultores, no se sabrá qué hacer para conseguir trabajadores dispuestos a cosechar el grano. No hay un relevo generacional. Cenicafé trajo máquinas de Brasil para imitar su modelo de recolección, pero Brasil es plano y Colombia es montañoso, lo que hace que las máquinas no funcionen aquí.
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    El alto precio de los insumos es otro de los factores que tienen al café al borde de la extinción en el Quindío. Los caficultores prefieren abonar el plátano que también cultivan en sus fincas, debido a que es más barato que abonar el café y la cosecha de plátano es mucho más rápida.
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    Con el café hay cosecha cada ocho meses, el plátano se cosecha cada mes y los costos de producción son mucho menores. Aunque existe el riesgo de que se contamine con una enfermedad endémica llamada moco, el plátano es ahora el producto que más produce el departamento.
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    Los recolectores tradicionales se han visto obligados a dedicarse a la cosecha de plátano. Un día de recolección de café les dejaba como ganancia 25.000 pesos en promedio, el plátano les deja 15.000 pesos.
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    El turismo se convirtió en el mayor generador de ingresos para los caficultores quindianos. Según cifras de la oficina de turismo del departamento, el año pasado al Quindío ingresaron 250.000 millones por la industria turística, que comparados con los 150.000 millones que le dejó al Quindío el café ponen al turismo en el primer lugar.
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    La deforestación que ha generado el turismo ha hecho que el clima se caliente. Según estudios de la Universidad del Quindío el departamento ha subido su temperatura en 0.5 grados. Eso ha hecho que el café que queda tenga que reubicarse en la cordillera, mucho más cerca al páramo, y en el valle interandino se tenga toda la tierra para hacer turismo.
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    Muy poco se puede lograr con el paro. La crisis generada por los precios internacionales, y el nivel de competencia con países como Brasil o Vietnam no puede ser solucionada por el gobierno colombiano. Es muy probable, que por lo menos en el Quindío, sea este el último paro cafetero que se viva.

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