![]() |
Gilma Jiménez puso 207 de los 521 mil votos con que los verdes llegaron al Senado en 2010. Foto: La Silla Vacía. |
Con el fallecimiento de Gilma Jiménez este fin de semana, el Partido Verde se quedó sin su principal electora, lo que ha acelerado la búsqueda de acuerdos para sobrevivir al umbral [1].
Los 207 mil votos que la senadora le puso a los verdes en 2010 fueron definitivos [1] para jalonar la bancada de cinco congresistas y la ‘ola verde’. Y ahora, sin sus votos y enfrentándose a un umbral de 450 mil votos, la supervivencia del Partido está aún más amenazada que antes.


Hasta el momento la principal estrategia de los verdes para sobrevivir al umbral es traer de vuelta [4]a Compromiso Ciudadano y a los verdes cercanos a Sergio Fajardo, comenzando por su mano derecha Alonso Salazar.
Este acercamiento, que se dio a instancias [4] de las juventudes verdes y fajardistas, podría concretarse tan pronto como esta semana, pero los mismos verdes consideran que esto seguramente no será suficiente para superar el umbral.
“Aún con la llegada de Compromiso el tema del umbral sigue siendo bastante difícil. La ausencia de Gilma nos golpea muy fuerte, así ella dijera que no quería volver al Congreso, porque muchos creíamos que ella igual nos apoyaría en lo que pudiera”, le dijo a La Silla un congresista verde.
De ahí la urgencia de buscar alianzas con otros sectores independientes como la ASI y, sobre todo, Progresistas.
Por eso, paralelamente la corriente de los antiguos Opción Centro están acelerando su acercamiento con Progresistas, el movimiento de Gustavo Petro y Antonio Navarro Wolff. Hoy por la mañana estuvieron reunidos nuevamente Carlos Ramón González y Navarro. Lo que están discutiendo es la posibilidad de ir en una lista de coalición [5] al Congreso el próximo año.
La figura de la coalición para listas colectivas no existe jurídicamente todavía [5], pero ellos tienen su fe puesta en el senador liberal Juan Fernando Cristo, quien será el próximo presidente del Congreso. Cristo le ha dicho a Navarro y a los jefes de otros movimientos minoritarios que él trataría de impulsar una ley exprés que permitiera este tipo de coaliciones para cargos colegiados -como la que sí existe para alcaldías y gobernaciones- y que para ello intentaría convencer a la Unidad Nacional. Ese proyecto de ley, en el que han venido trabajado los congresistas Ángela Robledo y Luis Carlos Avellaneda, también le fue entregado al Ministro del Interior Fernando Carrillo.
No será una tarea fácil porque si se crea esta posibilidad, los primeros en aprovecharla [5] podrían ser los conservadores para ir en listas conjuntas con el Centro Democrático de Uribe, algo que obviamente se toparía con un rechazo frontal por parte de los liberales y del Gobierno de Santos.
En todo caso, la corriente de Opción Centro de los Verdes confía en Cristo y cree que esto se logrará, haciendo una ley que específique que esto sería solo para minorías, con lo cual sería más factible sobrevivir al umbral. De hecho, ya existe un texto preliminar al respecto, que evitaría que el Partido Conservador pudiera beneficiarse de esto y en cambio otros, como una resucitada Unión Patriótica, entraran en el juego.


Foto: Juan Pablo Pino
Con la ausencia de Gilma, Enrique Peñalosa [8] perdió no solo a su gran aliada política sino a su mayor apoyo dentro de los verdes.
La decisión de ir en coalición con Progresistas es un tema que requiere un debate interno en la Dirección Nacional de los Verdes y la mayor oposición viene de los peñalosistas, que estaban representados por Alfonso Prada y Gilma Jiménez.
Gilma se oponía a esta coalición. Ella abogaba -como su jefe político Peñalosa- que el Partido Verde debería apoyar públicamente la revocatoria en contra de Petro. Así lo defendió con vehemencia hace apenas un mes.
Y dentro del partido el tema resultaba tan divisivo que al final optaron por que cada uno fijara su propia posición individual frente a la revocatoria y que el partido no se fuera ni con, ni en contra de Petro, sino que mantuviera una “independencia deliberativa”, con diálogo programático pero sin participación burocrática.
Con la ausencia de Gilma, y el 80 por ciento de la Dirección Nacional -según los cálculos internos de algunos miembros de su Dirección- inclinada por esta alianza, la coalición con Progresistas será mucho más fácil.
También será ahora mucho menos probable que los verdes se metan a apoyar públicamente la revocatoria de Petro una vez se aclare lo de las firmas. Aunque los peñalosistas quisieran esto, sin Gilma (ni Peñalosa) en la Dirección ahora Prada estará en franca minoría.
Sobre todo porque ninguno de los dos opcionados para sucederla tienen velas en esa pelea. Para comenzar, ninguno superó [9] los 10 mil votos y se encuentran separados por 40 votos.
Mercedes Maturana es una política cartagenera que poco tiene que ver con las dinámicas bogotanas y que hace un mes renunció a los verdes porque no la apoyaron en sus aspiraciones a la Alcaldía de Cartagena, para irse con el MIO [10] del polémico ex senador preso Juan Carlos Martínez. Y Rodrigo Romero Hernández, que es de Opción Centro, viene de Fecode en Santander, fue representante a la Cámara y también subsecretario del también polémico coronel Hugo Aguilar (inhabilitado por parapolítica) en la Gobernación de ese departamento.
Un damnificado de todo esto sería Enrique Peñalosa. Peñalosa, bajo ningún escenario, permitiría una alianza con los Progresistas, dada su oposición frontal a la gestión de Petro en Bogotá y su animadversión personal contra el burgomaestre.
Sin embargo, él -más que nadie en el partido- necesita que este supere el umbral para su aspiración presidencial [11]. Sin el arrastre de votos de Gilma, sin su vocera dentro del Partido, Peñalosa tiene poca voz en la decisión que tome la Dirección Nacional. Tocará ver si los verdes toman este camino, qué hace el ex alcalde de Bogotá. Las apuestas entre personas cercanas a Santos es que Peñalosa terminará en las huestes uribistas, en una vertiente pro proceso de paz.
El regreso de los fajardistas seguramente reforzará a los verdes, pero el umbral sigue siendo una tarea dura solos. Fajardo fue elegido gobernador de Antioquia con una votación de casi un millón de votos y su lista a las elecciones legislativas pasadas obtuvo 183 mil votos que no le alcanzaron para superar el umbral pero que sí podrían ser muy útiles para los verdes el próximo año.
El problema es que es difícil medir el impacto que podría tener Compromiso a nivel electoral porque no es nada claro qué tan endosables pueden ser los votos de Fajardo ahora que él no puede participar en política, que Alonso Salazar está inhabilitado por la Procuraduría para participar en política por 12 años y que varios de sus colaboradores más conocidos, como Iván Marulanda o Santiago Londoño, están con él en la Gobernación. Y sobre todo porque el ‘efecto Uribe’ podría competirle fuertemente por votos en Antioquia.
Una cosa parece indudable: La ausencia de Gilma Jiménez ha obligado a los verdes a pensar en nuevas estrategias para sobrevivir al 2014. Y esas estrategias podrían pasar por las alianzas al Congreso.