Como si se tratara de una película de terror, el 15 de mayo de 2000, los colombianos siguieron a través de los telenoticieros la historia de Elvia Cortés Gil, una campesina boyacense a quien le fue colocado un collar – bomba, como método para obligarle a pagar 15 millones de pesos como pago de una extorsión.
Por varias horas las autoridades colombianas intentaron desactivar el artefacto, pero finalmente Cortés, así como Jairo López, un técnico en explosivos que intentó auxiliarla fallecieron como resultado de la explosión.
Aunque los medios y las autoridades sostuvieron durante varios días la versión respecto a que la autoría del hecho era responsabilidad de las Farc, finalmente se dio a conocer que había sido una acción de delincuentes comunes. Hay que precisar que cuando los hechos ocurrieron, las negociaciones con el grupo guerrillero seguían andando en el Caguán, por lo que el anuncio equivocado sobre su responsabilidad hizo que se suspendiera temporalmente el proceso de paz.
Como si no fuera suficiente con el drama vivido por la familia por los hechos, así como por el tipo de tratamiento dado al tema por los medios, en 2008 el director Spiros Stathoulopoulos presentó una versión cinematográfica de lo ocurrido, sin haber solicitado nunca su permiso ni haber hablado con ellos.
Incluimos este doloroso hecho, no solo porque es reflejo de la violencia alcanzada en el país, sino porque es un punto de reflexión en torno al registro realizado por los medios de la realidad nacional.