¿Está pasando el Presidente de agache frente al escándalo del DAS?
Varios columnistas han criticado el silencio de Uribe frente a las últimas revelaciones de seguimientos ilegales en la entidad que depende de la Presidencia. ¿Tienen razón?
¿Hablar? Pero, ¿para decir qué? "Que la justicia llegue hasta las últimas consecuencias... Que la justicia nos diga quién dio la orden..." No sabemos quién dio la orden ilegal pero todo apunta a que Casa de Nariño sí la usaba. Cuando las manzanas podridas van así de alto, cuando el aire es así de hediondo, el poder de la palabra es limitado.
¿Para qué más promesas vacías? ¿No hemos escuchado ya al Presidente reaccionando a los abusos del DAS? Si el Presidente necesita hacer algo, eso es actuar para ver si logra convencer que no sabía, que no utilizó la información, que todo fue a sus espaldas.
No es el estilo presidencial pasar de agache ante los innumerables debates que le impone el ejercicio de sus funciones constitucionales. Al ser el DAS un Departamento Administrativo cuyo director (a) es nombrado y removido libremente por el Presidente de la República, recae sobre éste directamente la responsabilidad política de lo que allí suceda o deje de suceder, independientemente de quien pueda o no tener responsabilidades disciplinarias y/o penales. El país espera con ansiedad un pronunciamiento presidencial que con "limpieza comunicativa" logré absolver las crecientes inquietudes de la comunidad nacional e internacional frente a un hecho más, y no de los menos graves pecisamente, que empaña los valores democráticos que deben inspirar la política de seguridad. El silencio en esta materia y el paso del tiempo no será entendido por el colombiano común como "el silencio de los inocentes". Está en juego la autoridad y legitimidad de la misma política de Seguridad Democrática.
Todo Presidente tiene el derecho de escoger los debates a los cuales les pone la cara. Pero aunque este es uno que Uribe prefiere no enfrentar porque le llega demasiado cerca, debe hacerlo. La pregunta es quién, desde Palacio, ordenó la operación de espionaje político más importante de la historia reciente de Colombia. Es un tema muy serio. El DASgate requiere que el Presidente entienda que se trata de un punto de inflexión de su mandato, que afectará para siempre su legado. Fue él o fue otro funcionario? Si fue otro, es hora de entregarlo.
Internacionalista y profesora, Academia Diplomática de San Carlos
¿Hablar? Pero, ¿para decir qué? "Que la justicia llegue hasta las últimas consecuencias... Que la justicia nos diga quién dio la orden..." No sabemos quién dio la orden ilegal pero todo apunta a que Casa de Nariño sí la usaba. Cuando las manzanas podridas van así de alto, cuando el aire es así de hediondo, el poder de la palabra es limitado.
¿Para qué más promesas vacías? ¿No hemos escuchado ya al Presidente reaccionando a los abusos del DAS? Si el Presidente necesita hacer algo, eso es actuar para ver si logra convencer que no sabía, que no utilizó la información, que todo fue a sus espaldas.
No es el estilo presidencial pasar de agache ante los innumerables debates que le impone el ejercicio de sus funciones constitucionales. Al ser el DAS un Departamento Administrativo cuyo director (a) es nombrado y removido libremente por el Presidente de la República, recae sobre éste directamente la responsabilidad política de lo que allí suceda o deje de suceder, independientemente de quien pueda o no tener responsabilidades disciplinarias y/o penales. El país espera con ansiedad un pronunciamiento presidencial que con "limpieza comunicativa" logré absolver las crecientes inquietudes de la comunidad nacional e internacional frente a un hecho más, y no de los menos graves pecisamente, que empaña los valores democráticos que deben inspirar la política de seguridad. El silencio en esta materia y el paso del tiempo no será entendido por el colombiano común como "el silencio de los inocentes". Está en juego la autoridad y legitimidad de la misma política de Seguridad Democrática.
Consultor de comunicaciones
Todo Presidente tiene el derecho de escoger los debates a los cuales les pone la cara. Pero aunque este es uno que Uribe prefiere no enfrentar porque le llega demasiado cerca, debe hacerlo. La pregunta es quién, desde Palacio, ordenó la operación de espionaje político más importante de la historia reciente de Colombia. Es un tema muy serio. El DASgate requiere que el Presidente entienda que se trata de un punto de inflexión de su mandato, que afectará para siempre su legado. Fue él o fue otro funcionario? Si fue otro, es hora de entregarlo.