La multinacional bananera reconoció recientemente haber pagado dinero durante 15 años a guerrilleros y paramilitares en Urabá para proteger la vida de sus empleados. Ahora Mancuso dice que recibieron dinero de empresas como Chiquita Brands, Postobón, Carbón del Caribe, expreso Brasilia y algunas empresas de lácteos para garantizar la seguridad de estas empresas en los pueblos. ¿Son las empresas que pagaron en el pasado a guerrilla y paramilitares complices de sus crímenes? ¿Por qué el país no habla de esto? ¿Sería bueno hacerlo?
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Bajo la compleja situación de orden público en la que se encontraba el país y la falta de control territorial por parte de las fuerzas armadas en ciertas zonas del territorio nacional es fácil encontrar las razones/excusas por las cuáles estas empresas terminaron pagando -voluntariamente o a la fuerza- grandes sumas de dinero a grupos al margen de la ley.
Se pueden establecer muchos casos que se deberían analizar con detenimiento y que conducirían a diferentes interpretaciones.
Siendo benevolente, se debería castigar a todas las empresas que fueron determinadoras de crímenes. Es bien sabido que no pocas empresas utilizaron el poder paramilitar para mantener a raya a sus sindicatos (no en vano los altísimos registros de muertes de sindicalistas durante el apogeo del paramilitarismo). Una cosa es pagarle a un criminal para que no le haga daño o para que lo proteja (una conducta delictiva, sin duda) pero otra muy distinta es pagarle directamente para que cometa un crímen.