Con el argumento de que en Colombia las elecciones se deciden más por la personalidad de los candidatos que por sus ideas, el ex ministro Gabriel Silva plantea en su columna de este fin de semana la hipótesis de que las elecciones de 2014 enfrentarán a dos estilos de gobierno diametralmente opuestos, sin espacio para tercerías ni otras alternativas. Por un lado, según Silva, estaría el estilo guerrerista y polarizador -representado por el círculo de Álvaro Uribe- y por otro el reconciliador y dialogador, en cabeza de Juan Manuel Santos. ¿Cree que en las próximas elecciones los colombianos tendremos que escoger entre un guerrerista y un conciliador?
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Senadora electa del Centro Democrático
El país podrá elegir entre no sólo estilos de gobierno opuestos, sino concepciones del Estado, el Gobierno y la administración de lo público. Pero no es cierto que las opciones sean el guerrerista y el conciliador.
En un esfuerzo por macartizar al uribismo, el Gobierno creó la falacia de que oponerse al actual “proceso de paz” es de guerreristas y apoyarlo es de conciliadores. Nada más lejano a la realidad. Todos queremos paz, pero unos la creemos producto de la seguridad y otros de la claudicación ante el terrorismo. Unos creemos necesario un balance entre paz y justicia, otros que en nombre de ésta podemos negar la justicia.
Unos no creemos dialogar bajo el rugir de las armas, otros que sí mientras se asesina, secuestra y extorsiona. Unos creemos que las víctimas merecen verdad, justicia y reparación, otros que se pueden obviar a favor de los victimarios. Unos creemos en la democracia con sentido de autoridad, otros abogan por la vanidad con sentido de oportunidad.
Coordinador, Campaña Colombiana contra Minas
La discusión es pobre porque las diferencias entre Uribe y Santos son de formas no de fondo.
Podemos ser mucho más como país si logramos superar a Santos-Uribe, si superamos una lógica de poder que ha atado a Colombia desde el siglo XIX y que nos condeno a la violencia y a la supervivencia. Que nos obligó a una democracia donde no existen los derechos sino los amigos, una democracia teñida siempre de sangre y mantenida por la vía de la exclusión.
Hay más Colombias que Bogotá y Antioquia a donde parecemos estar anclados para las definiciones actuales y futuras. Debemos esforzarnos por ir más allá por encontrar más allá del dictado de los medios y de los columnistas sacados del bolsillo del poder para que adulen o maldigan según la paga.
Coronel (r) del Ejército y profesor, Universidad de la Sabana
Contrario a lo que plantea Silva, en la medida en que se acercan las próximas elecciones las dos opciones hasta ahora mayoritarias en la opinión van mostrando su cobre y van quedando en su real dimensión. De esta manera se va haciendo más evidente el espacio para una tercería.
Por ahora, se puede adelantar algo de lo que dicha tercería debe evitar en sus actitudes y, en general, en su personalidad:
- Imprudencia multiplicada al cubo.
- Posturas polarizantes en sentido negativo.
- Agresividad (que oculta debilidad de carácter).
- Falta de convicción en sus ideas y en sus propias decisisones. En últimas, falta de norte.
- Ser siempre "políticamente correcto".
- Confundir prudencia con pragmatismo utilitarista.
- Dar bandazos sutiles pero de todos modos bandazos.
Ex viceministro del Interior
Se equivoca el ex ministro Silva en su visión, que parece reflejar lo que piensa el gobierno, al intentar reducir el debate político a una discusión con el ex presidente Uribe. Esto lo único que logra es darle más oxígeno a Uribe y reducir el margen de la confrontación política. El artículo de Silva es un tiro en el pie, porque acepta la premisa de que la confrontacion es entre Santos y Uribe, error que cometió hace 10 años Horacio Serpa en la campaña de 2002.
Lo que le conviene al gobierno y al país es mostrar el pluralismo de las opciones políticas y la necesidad de defender ese país pluralista. El gobierno parece sufrir del síndrome de paranoia uribista y de creer que lo único que importa es actuar a la defensiva con respecto al antecesor en la casa de Nariño. Es una pésima estrategia política minimizar la contienda electoral de 2014 y decir que habrá que escoger entre Santos y Uribe: el único que gana con eso es Uribe, que de esa manera capitaliza todo el descontento.