El presupuesto para 2015 que le presentó Mauricio Cárdenas al Congreso no está del todo financiado y todavía tiene un hueco de 12,5 billones de pesos, por lo que se abrió un debate sobre cómo cubrirlo. El Gobierno ha puesto sobre la mesa una extensión del 4 por mil y una ampliación del impuesto al patrimonio. Muchos economistas hacen énfasis en un impuesto a los dividendos y otros han planteado un aumento en el IVA. ¿Cuál cree usted que es la mejor forma de tapar el hueco del presupuesto?
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Ex Secretario de Gobierno de Antioquia
Por todos es sabido que la Administración Santos es una derrochona. Como muestra aparecen los gastos excesivos en publicidad, los cerca de 15.000 nuevos cargos creados según Semana y la mermelada que facilitó la reelección. Para hacernos una idea del poder de nominación que tuvo Santos en su reelección, destaco que El Presidente de Estados Unidos, el país más poderoso del mundo, sólo puede nombrar a 3.000 personas y el Primer Ministro de Inglaterra a 200 (Lewis, David. 2008. The Politics of Presidential Appointments: Political Control and Bureaucratic Performance. Princeton, NJ: Princeton University Press. Pag 3.) Así, el gobierno despilfarró un vertiginoso aumento en el recaudo tributario, fruto del buen momento por el que ha pasado recientemente la economía, en burocracia, mermelada y gasto publicitario.
Por el lado de los ingresos, es importante destacar que éstos se "petrolizaron". En efecto, en el Marco Fiscal de Mediano Plazo de 2014, el Ministerio de Hacienda estima que un bajón en el precio del petróleo de US$1 tendría una caída en los ingresos energéticos (tributarios y utilidades) de $420.000 millones. Igualmente, una reducción en la producción de petróleo en 10.000 barriles tendría un impacto fiscal negativo del orden de $321.000 millones. Esto último se ha hecho especialmente grave por los recurrentes ataques del terrorismo a la infraestructura energética y por la forma en que se ha minado la confianza inversionista en el sector.
Los problemas fiscales sólo se pueden corregir de dos maneras: reducir gastos y/ó aumentar ingresos. El Presidente Santos debería entonces recuperar el norte; es decir, acabar con los despilfarros, proteger decididamente la infraestructura del país, afianzar la confianza inversionista que favorezca la exploración y explotación minero energética, y pasar una reforma que de verdad resuelva los males que tiene nuestro sistema tributario. En esto último, algo tan importante como tapar el hueco fiscal, no debería impedir al Gobierno y al Congreso trabajar por un régimen tributario sencillo, flexible, eficiente y equitativo. Sencillo, porque las bases de nuestros impuestos están llenas de perforaciones y se les aplican distintos tramos tarifarios; flexible, porque todo sistema tributario debe ayudar a atenuar el ciclo económico; eficiente para que no espante la inversión y cree distorsiones innecesarias; y equitativo porque aún queda mucho por hacer de la política fiscal un verdadero instrumento de distribución del ingreso.
Ex senador y presidente, Movimiento Mira
Desde el pasado debate a la reforma tributaria, afirmamos la necesidad de gravar los altos capitales de una manera justa, esto implica por lo menos:
- Gravar los dividendos.
- Impuesto a la exportación de utilidades.
- Excluir las regalías como deducible de la renta.
Es injusto que en Colombia, mientras se amplió la base de contribuyentes y se crearon nuevas figuras como el IMAN y el IMAS para la clase media, las utilidades (que multinacionales exportan al extranjero) y las ganancias (a través de grandes dividendos) estén excluidas bajo la excusa de una falsa doble tributación.
Y resulta aun más inequitativo, que el porcentaje irrisorio que pagan las mineras por regalías les sea deducible de su impuesto a la renta.
Ex viceministro de Defensa y ex director del Centro Democrático
No hay reforma tributaria que alcance cuando se gasta a manos llenas y se descuida la seguridad afectando la inversión.
La mejor manera de tapar el hueco fiscal de 12,5 billones es apretarse el cinturón en mermelada, publicidad y burocracia y devolver al sector mineroenergético la seguridad perdida para que retorne la inversión, el crecimiento y el recaudo. La locomotora mineroenergética, fuente generosa de recursos, la descarriló el terrorismo y hoy tenemos menos exploración, menos explotación y menor recaudo. Con seguridad se recuperaría el sector y se encontrarían varios de los billones a financiar. Los auxilios parlamentarios orientados a financiar congresistas y no comunidades, la publicidad estatal desbordada y el aumento injustificado de la nómina oficial hacen estéril cualquier esfuerzo tributario.
Con austeridad como norma de conducta se recobrarán varios de los billones faltantes, y quizás más importante, se recuperará la hoy cuestionada seriedad fiscal del gobierno, fundamental para mejorar el clima de inversión.