Muchas cosas tuvieron que haber cambiado en Colombia para que hoy la justicia pueda imponerle una condena de 35 años a un General del Ejército por la desaparición de una decena de civiles en el Palacio de Justicia, hace ya un cuarto de siglo. El presidente Juan Manuel Santos tuvo una disonante salida en falso al cuestionar la decisión de la juez María Cristina Trejos. Con su declaración, Santos además le abrió la puerta a un falso debate: el de la asimetría de las penas que reciben los militares y las que reciben criminales de la calaña de los paramilitares, cuyo tiempo máximo en prisión será de ocho años.
Creo que el Presidente debería saludar la actuación de la juez, independientemente de lo dolorosa que sea para la institución militar y para el General Arias Cabrales en particular. Y debería hacerlo porque esta sentencia demuestra, al igual que otras recientes, que en estos últimos años hemos asistido a un cambio de régimen y que quizá vamos pasando la página de un régimen militarista, que tuvimos unas pocas décadas atrás, y también se va superando el tiempo en que las fuerzas oscuras anidaban en muchas instituciones (aunque lo siguen haciendo en menor medida).
Hace apenas dos meses, la Corte Suprema de Justicia increpó a las cúpulas militares de los gobiernos de Julio César Turbay Ayala y de Belisario Betancur por su activa participación en la conformación de grupos paramilitares, que luego exterminaron a grupos políticos como la UP y mataron a miles de civiles a quienes consideraban sospechosos de ser colaboradores de las guerrillas.
Este documento de la Corte se suma a lo que ya el Grupo de Memoria Histórica, en su informe de La Rochela, había esbozado como interpretación para el caso del Magdalena Medio: que un sector de los militares se habría aliado con los narcotraficantes y con políticos para sabotear el proceso de paz que se hizo en este entonces.
No en vano, como lo ha señalado en sus análisis Mauricio Romero, los grandes picos de las masacres y la acción paramilitar han coincidido con los intentos de paz de los gobiernos conservadores (Betancur y Pastrana).
Con fallos como el del General Arias Cabrales queda en evidencia que el país ha recorrido un camino en el sentido correcto. Aunque sin duda es un camino doloroso para unos. Y que no necesariamente hay asimetría. No la hay, si la pena se compara con el inmenso poder que el Ejército y los organismos de seguridad tenían en ese momento; la impunidad con la que actuaron en el caso del Palacio de Justicia; y el temor y reverencia que otros poderes públicos, como el Congreso y el propio Presidente, les demostraron.
No es asimétrica si se considera la gravedad de los delitos por los que se le condena. Ni al Coronel Plazas ni a Arias Cabrales se les reprocha la retoma del Palacio, ni que combatieran, como era su deber, al M19. Se les condena por su responsabilidad mediata en la desaparición de once civiles. En el entendido de que el Ejército es una organización, valga la redundancia, organizada y con jerarquías y no una horda de soldados.
Y tampoco es asimétrica si se compara con la Ley de Justicia y Paz, pues los paramilitares han recibido un beneficio sobre la base del supuesto que entregarán verdad y reparación, y sobre todo, que han dejado las armas y de ejercer el poder que tienen. Supuestos que en todo caso no se han cumplido a cabalidad y que generan, sin duda, un escenario de impunidad. Pero ¿estarían los militares dispuestos a entregar algo de verdad y sobre todo, a transformar su aparato de poder?
Más que pedir una justicia blanda con las violaciones de derechos humanos, los militares deberían sintonizarse con las nuevas realidades del país y dejar de pensar sólo hacia adentro, con un alma corporativista, ataviada con el San Benito de la moral de las tropas.
¿Por qué, me pregunto yo, el honor militar no se siente mancillado cuando un oficial viola a una niña que luego aparece muerta junto a su hermano o cuando un puñado de militares se ve involucrado en ejecuciones de civiles fríamente calculadas como ocurrió con los muchachos de Soacha, y en cambio sí se afecta la moral cuando muchos de estos delitos son castigados? ¿Qué tipo de valores son los que acuñan esta moral?
Muchos sectores de las fuerzas armadas -y en especial de la alta oficialidad- están anclados ideológicamente en el régimen de los 80. Un régimen indeseable y del que heredamos un país bañado en sangre. Por eso Santos no debe equivocarse en su mensaje al país, para tranquilizar a quienes creen que la institución militar está por encima de la democracia.
Santos es igualitico a Uribe, solamente que en una version solapada.
Sí hay asimetría, y la habrá mientras la justicia se ocupe solamente de los militares que amparan sus actos y aún sus excesos en el principio de la obediencia debida. Justicia habrá cuando por esa página infame de la historia nacional sean llamados a responder el presidente de la época y sus ministros, quienes representaban el gobierno, el poder constitucional que por acción u omisión consintió esa invasión bárbara a una rama del poder público. El país tiene derecho a la verdad, que 25 años después es, más allá de las condenas, la única forma de justicia.
Con relación a la asimetría argumentada por el señor Santos, se le olvida que incluso las penas deberías ser mayores para esos personajes de la vida pública, llámese militar, policía, funcionario, congresista, diputado o consejal. porque en ellos el pueblo deposita una confianza, una fé, de que obrarán bien, honestamente y en beneficio de los ciudadanos y por el contrario cuando proceden de manera incorrecta traicionan esa confianza, y no hay peor cosa que ser traicionado. Ahí está judas y las consecuencias que dice la biblia que se generaron.
comparto el argumento principal de su comentario, la gravedad es mayor a diferencia de a tesis que han logrado imponer los sectores militaristas que aun poseen gran poder.
Un paso en falso o se le comienza a caer la mascara... lo que sigue los falsos positivos (no eran hechos aislados, sino asesinatos sistemáticos)
Desgraciadamente las fuerzas militares no son ajenas a la corrupción total ejendrada desde el alto gobierno, así como los altos gobernantes están invadidos de su obrar bestial del narcotráfico, siendo sus cómplices lo mismo sucede en las fuerzas militares, pero lo que si recalco es que no todos se deben echar al mismo costal, existen militares honestos y muy pocos políticos también, lo que deberían hacer por el bien del país es purgar definitivamente sus instituciones, para que el ciudadano común vuelva a creer en ellas, el balón esta en las manos de las tan cuestionadas instituciones ojala procedan como debe ser
Creo que esas declaraciones de JuanMa hacen parte de su estrategia política, la cual (también creo) se basan más en buscar mejorar relaciones con todos los sectores políticos.
Al ver los problemas y los roces por dejar a un Almirante como Comandante de las Fuerzas Militares -algo que se enseña dentro de las ramas de las Fuerza Pública es a cultivar el ego- y la salida de un General de Ejército que luego se dedicó a dar sus declaraciones críticas, era algo que se necesitaba modificar.
Entonces, mostrarse y presentar críticas de este estilo sobre condenas, las cuales tanto a nivel nacional e internacional se justifican, era una acción concreta para este fin.
Toca insistir y reiterar que JuanMa sabe "cañar" porque él es un buen jugador de Póquer.
Exactamente, Santos es un camaleon muy agil. Yo tampoco creo que estuviera de acuerdo con este desproposito. Acordemonos que en campaña engaño a nueve millones de electores y a la semana ya estaba con Chavez en Santa Marta.
Si era la correcta quedan dos dudas en principio:
1. ¿Por qué negociar con los que controlaban, y al parecer todavía controlan, el tráfico de drogas, además de ser los que más violaciones a los DD.HH cometieron?
2. ¿Por qué no se cumplió en 8 años la meta de "acabar con la guerrilla en 18 meses" (ver manifiesto democrático - los 100 puntos de gobierno de Uribe-) y se justificaba una segunda reelección sobre la base de acabar con la guerrilla?
¿Interés políticos o personales de Uribe que lograron convencer a la mayor parte de la población colombiana hastiada del falaz y violento accionar guerrillero?
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