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Lunes Mayo 29, 2023

La respuesta del ex presidente Álvaro Uribe a la invitación que Álvaro Leyva le hizo para que apoyara los diálogos en La Habana podría ser el comienzo de una conversación más directa del ex presidente con las Farc, lo cual introduciría un cambio grande en la negociación de paz.

Álvaro Leyva ha tenido una relación cercana con las Farc desde hace más de 20 años y, cuando nadie podía hablar con ellos, él mantenía un canal abierto. Desde que arrancaron las negociaciones, ha estado varias veces en La Habana y les ha reforzado la idea de buscar una Asamblea Constituyente. Por eso es tan políticamente relevante que Uribe haya aceptado darle a Leyva el rango de interlocutor.

La respuesta de Uribe también es interesante, no solo por el tono, sino porque yendo más allá de sus trinos pero en la misma dirección de sus ‘capitulaciones’, plantea sus divergencias ideológicas con el proceso y también lo comienza a criticar más allá de sus inamovibles. Eso permite abrir un diálogo más constructivo sobre la discusión en La Habana.

La Silla utilizó así su traductor simultáneo:

(haga clic en el texto azul para ver la traducción)

Lo que dijo Uribe
La traduccíón
 

Doctor Álvaro Leyva Durán

Bogotá

Estimado doctor Álvaro:

Agradezco la carta sobre el proceso que adelantan el Gobierno Nacional y el grupo terrorista Farc, entre cuyos puntos usted expresa preocupación y dolor por las muertes en medio del diálogo.

Destaco su coherencia de tantos años en la búsqueda de la paz, reconocimiento que no puedo ocultar, no obstante sus discrepancias con mis planteamientos, expresadas con respeto y sin engaños.

Preocupa que la paz se considere irreversible porque el Estado se ha puesto de igual a igual con el terrorismo, los generales son equiparados políticamente con sus asesinos y la tesis dominante de los acuerdos es la visión totalitaria, bien disimulada, del Castro Chavismo.

He reiterado que el caso de nuestra Patria difiere de aquellos que han querido tener de referencias. Nuestra democracia, con cuatro años de interrupción durante el siglo anterior, ha sido la más extensa de Iberoamérica. Incluso en el Frente Nacional ocupó sus espacios el Partido Comunista como las demás expresiones ideológicas. Los actores violentos han procedido no como alzados en armas contra una dictadura sino como verdugos contra la comunidad y el Estado de Derecho. Por eso no hemos hablado de conflicto ni de insurgentes sino de narco terrorismo.

A continuación le resumo, doctor Leyva, las discrepancias que mis compañeros del Centro Democrático y mi persona hemos tenido con el proceso que se adelanta:

- El Gobierno no exigió el cese unilateral de actividades criminales, lo cual ha costado muchas vidas de soldados, policías, civiles y también una especie de inmolación inútil de guerrilleros. Hoy es más difícil obtener esta necesaria condición porque el protagonismo político y un relativo fortalecimiento del terrorismo parecerían alejarlo de aceptar el cese unilateral;

- Es notorio el incremento de la inseguridad, con sub registro y ocultamiento nacional e internacional de acciones violentas, además de expansiones de control territorial criminal en áreas urbanas y rurales. Se ha perdido la voluntad ciudadana de denuncia y ha crecido el sometimiento al poder terrorista, que extorsiona, impone horarios viales, ordena cultivar coca o se abroga el derecho de indicar qué se puede sembrar. Se han desmontado expresiones comunitarias de solidaridad como las redes de informantes, que unían en transparencia a los ciudadanos y a las Fuerzas Armadas;

- Las Fuerzas Armadas, no obstante su histórico comportamiento republicano, denotan desmotivación. A este sentimiento concurren factores como la igualación de los soldados y policías con el terrorismo, tanto en lo jurídico que los nivela como victimarios y condiciona la solución judicial de los uniformados a un previo acuerdo con el terrorismo, como en lo político, que cambió la palabra seguridad por la denominación de guerra, con lo cual al guardián institucional de las personas se le degrada al ponerlo como legítima contraparte del asaltante. Y lo peor, en el discurso gubernamental de protección de la sociedad civil, se autoriza tácitamente el atentado contra el soldado y el policía, que el Gobierno califica como contendientes de guerra y desconoce como los garantes del orden legal y ciudadano;

- Las ofertas de impunidad y elegibilidad a responsables de atrocidades, que la Corte Constitucional, la Procuraduría y la fiscal de la Corte Penal Internacional han advertido e intentan precaver. Colombia, país de normalidad democrática, no debería ser objeto de justicia transicional, sin embargo, hemos expresado que aceptamos amnistía e indulto para guerrilleros rasos, como también su elegibilidad política.

En relación con responsables de delitos atroces, compartimos la reducción de sentencias pero no la ausencia de pena privativa de la libertad porque ello autorizaría nuevas violencias. Así mismo la elegibilidad del delincuente atroz le quita respetabilidad al ejercicio de la función pública. Cabe recordar la terrible situación de Buenaventura donde otras estructuras criminales importan la violencia, y esos actores del delito pueden recibir el mensaje de impunidad como un ejemplo que los aliente a persistir en la carrera criminal;

- Hemos expresado objeciones a los acuerdos publicados. Creemos que la agenda nacional no se debe discutir con el terrorismo. ¿Qué puede pensar un muchacho que hace parte de una banda criminal cuando ve llegar a Romaña a La Habana -el peor secuestrador que haya conocido el mundo- para discutir la agenda del país?¿no se convierte en un modelo a seguir?

La iniciativa privada queda gravemente arriesgada en los acuerdos con la Farc, a diferencia de la Constitución de 1991, en la cual no sufrió menoscabo, no obstante que este texto, que ratificó la voluntad de paz del M19, fortaleció los derechos sociales.

Los acuerdos entre el Gobierno y la Farc son permisivos con los cultivos de droga; indulgentes con el narcotráfico de Farc, que indultan al presentarlo como relaciones en función de la rebelión; no exigentes de entrega de armas a pesar del discurso oficial; omisivos para obligar a los terroristas a proceder como victimarios y entregar recursos y bienes, que provienen del delito, para reparar a las víctimas.

Sin pretender anticipar el impacto y la cobertura de los acuerdos definitivos que llegasen a firmar, nos preocupan los mecanismos de ratificación posibles, que tendrían el riesgo común de la presión del terrorismo armado a la ciudadanía.

El Referendo y la Consulta Popular, si bien son diferentes porque el primero propone reformar las normas y la segunda es de alcance indicativo, tienen el vicio de poder coincidir con otra elección, tal y como fue aprobado en reciente cambio de jurisprudencia sobre el Referendo. Preguntar por la noble palabra paz, en una nación martirizada, con el agravante de coincidir con otra elección, es impulsar a un salto emocional, que al afectar el discernimiento sobre los temas, desviaría la razón de ser de los instrumentos de participación directa.

Hay voces que expresan que una Asamblea Constituyente, limitada para otros temas, pero libre para aprobar, improbar o modificar los acuerdos, con todas las garantías de deliberación, tomaría decisiones en salvaguardia de los valores democráticos de Colombia, ofrecería espacio de discusión y podría ser un camino siempre y cuando el grupo terrorista hubiera ya entregado las armas y por ende no existiera riesgo de presión armada a electores ni a constituyentes.

Si el grupo terrorista Farc asesina a compatriotas indígenas porque les retiran vallas publicitarias de sus territorios, qué podremos esperar de acudir a procesos electorales para pronunciarnos sobre los intereses del grupo armando! Es fundamental parar la violencia con un cese unilateral y verificable de actividades criminales por parte de Farc. Este resulta imperativo, máxime cuando subsisten dudas de que la firma del acuerdo no esté tan cerca como se ha publicitado.

Hablar de cese bilateral seria otro grave sacrificio de la institucionalidad y un nuevo paso para reducir a los militares y policías a la cárcel y ubicar al terrorismo en el sendero del poder. Naturalmente el cese unilateral requeriría seguridad para quienes de buena fe lo cumplan, garantía que podría darse en un prudente lugar de ubicación, vigilado por las fuerzas institucionales.

Consideramos nocivo que mientras los ciudadanos sufren la inseguridad, el Gobierno coloca a los generales de interlocutores directos del terrorismo. La frivolidad mediática de algunos, que publica en las carátulas a los generales en frente de los secuestradores, hace el mal de generar confusiones en el imaginario colectivo sobre la tarea de las Fuerzas Armadas, que es la seguridad y no la negociación de armisticios con el terrorismo.

El Gobierno, al dejar avanzar la desmoralización de las Fuerzas Armadas, está cediendo espacios necesarios para garantizar la paz. ¿Qué va a pasar si la Farc no firma el acuerdo? ¿Qué pasará si la Farc firma e incumple el acuerdo, si este Gobierno le ha dicho al país que no es posible derrotarlos, cuando hace cuatro años estaban en la puerta de la desarticulación definitiva? Suponemos que el Gobierno está enterado de la creación de grupos de justicia privada en varias regiones.

El Gobierno, al rutinizar la palabra paz con su aparato publicitario, en medio de la extensión de la violencia, puede producir rechazo ciudadano como consecuencia natural de toda pedagogía que a la postre resulta hipócrita.

En el contexto del discurso de paz que han impuesto, la ética de la democracia debería impedir nivelar al soldado y al policía con el terrorista y la ética de la vida obligaría a apreciar por igual la vida del soldado o policía, del civil y del guerrillero. No es entendible que desde el Gobierno, en nombre de la paz, no importe el asesinato del soldado y del policía.Los cabecillas terroristas de La Habana abusan de la palabra paz al prolongar la violencia contra la ciudadanía, que expone a la muerte a sus subordinados guerrilleros que continúan en Colombia.

Dos fines debería buscar este proceso: la garantía de No Repetición de la Violencia para las presentes y futuras generaciones y el respeto a la totalidad de los valores democráticos. Estos fines se alejan si hay impunidad, prolongación de la violencia y claudicación del Gobierno en la defensa del Estado de Libertades.

Esta no es una discusión sobre prejuicios doctrinarios, al contrario, lo es sobre la imagen viva de hechos, como los 14.674 secuestros de Farc entre 1998 y 2003, el asesinato de sus rehenes, con premeditación y anuncio previo, tal como ocurrió con los diputados vallecaucanos, el gobernador Guillermo Gaviria, el ex ministro Gilberto Echeverri y sus compañeros de cautiverio. Esta discusión, en lugar de ser de doctrina política de salón, debe ser sobre la realidad de un grupo terrorista que ha secuestrado, via reclutamiento, a miles de menores, empezando por el 67% de sus integrantes, quienes fueron raptados de niños y mantenidos como esclavos al servicio del crimen. Esta discusión versa sobre el cartel de cocaína más grande del mundo.

Nuestras familias, nuestros allegados, nuestros copartidarios y nosotros queremos la paz, en muchos hay dolores de familia y en todos de Patria, no padecemos inhibiciones que nos impidan el perdón, pensamos que la justicia es necesaria como regla comunitaria y compartimos la convicción de defender, de verdad, sin actitud vergonzante, sin timideces, sin dobleces, a la iniciativa económica privada, incluyente, como función social, pero insustituible.

Su compatriota y amigo,

Álvaro Uribe Vélez

Noviembre 9 de 2014

Uribe reconoce como interlocutor suyo a Álvaro Leyva, quien ha asesorado a las Farc. Aún si Leyva lo hizo a motu propio y no por iniciativa de la guerrilla, dado que ha estado en la Habana hablándoles al oído, Uribe envía la señal al contestarle y en los términos respetuosos en los que lo hizo de que está dispuesto a entablar un diálogo por lo menos semi-directo con las Farc.

Uribe reitera su visión de las Farc como un grupo terrorista y plantea nuevamente su desacuerdo sobre el esquema del proceso, que busca una negociación bilateral sobre cómo crear las condiciones para ponerle fin al conflicto y para que no se repita y no solo para pactar la entrega de armas. Lo que es novedoso es que con esta carta, Uribe se ubica dentro del contexto de la negociación y no, como antes, criticando el hecho de que haya una negociación.

Este es uno de los puntos más esenciales de la diferencia entre Uribe y Santos frente a las Farc. Mientras el primero los ve como una amenaza terrorista a una democracia con problemas pero vigorosa, con los cuales en principio no hay debate político posible, Santos asumió a partir de la Ley de Víctimas que en Colombia existe un conflicto armado y que las Farc son una parte de él, reconociéndoles así un móvil político sin negar por eso el carácter terrorista de sus acciones. Y porque tienen ese móvil político es que se puede negociar con ellos las condiciones políticas que se tendrían que crear para ponerle fin a su luchar armada.

Aunque con resignación, Uribe por fin aceptó que este proceso no se hizo con un cese unilateral de hostilidades por parte de las Farc, lo que le permite entrar en un diálogo sobre el contenido del proceso y no solo sobre su diseño como había sido hasta sus 52 capitulaciones.

Las cifras oficiales muestran que en el 2014 las Farc han disminuído sus acciones armadas en un 51 por ciento frente al año anterior, en gran parte también por los 45 días de tregua que ofrecieron. También hay una reducción en casi todos los hechos de violencia menos los ataques a la infraestructura, que han subido, y que además, se han realizado en lugares más cercanos a las cabeceras municipales. La extorsión pasó de 3.787 denuncias en 2013 a 2.336 este año. Sin embargo, en 2010 cuando Uribe dejó el cargo fueron 995. Los homicidios a agosto habían bajado en un 16 por ciento frente al mismo mes de 2013.

La Silla confirmó estos datos que recogen por aparte la Fundación Paz y Reconciliación y Cerac, y ambas ONG coinciden en que hay una disminución en la inseguridad y no un aumento como dice el expresidente.

Esta crítica de fondo de Uribe se deriva de la diferencia de concepción frente a si existe un conflicto armado o una amenaza terrorista. Dado que el proceso parte del primer supuesto, la negociación sí asume que existe una simetría entre ambas partes, así no se crea que ambas tienen la misma legitimidad. Por eso, en las delegaciones de víctimas van tanto las que sufrieron a manos de la guerrilla como las que fueron víctimas de las Fuerzas Militares. También es cierto que Santos le ha dicho a los militares que ellos no recibirán menos ‘generosidad’ judicial que la que reciban los guerrilleros. La justicia transicional para los militares será el resultado de los acuerdos para ponerle fin al conflicto aunque no necesariamente esto se pacte con los guerrilleros. Pero es que si no hay fin de la guerra, no hay justicia transicional para nadie. Con estas quejas, Uribe le da voz a un descontento que sí hay entre los militares, aunque no es solo por esto, como contó La Silla. Lo que sí es cierto es que las acciones de iniciativa de las Fuerzas Militares han bajado un 28 por ciento en lo que va del año, en parte por la tregua de las Farc y en parte porque nadie quiere ser el último muerto de esta guerra.

Con esta afirmación, Uribe es más generoso de entrada con los guerrilleros rasos de lo que ha sido hasta ahora el gobierno que nunca ha hablado de amnistías o indultos y ha ido hasta plantear que el Congreso debata qué delitos el Fiscal puede no seleccionar. El de rebelión sería uno de ellos seguramente. Con esta aceptación, entonces, el debate con Uribe sería realmente alrededor de la responsabilidad de los jefes máximos y eso ya “solucionaría” el problema de por lo menos el 99 por ciento de los combatientes de las Farc.

La semana pasada, las Farc sacaron un comunicado con el que niegan ser responsables de crimenes de guerra o de lesa humanidad: “Ello se acredita atendiendo a que cuando en algunas de nuestras acciones militares realizadas durante el conflicto se han causado víctimas no combatientes, ello nunca se ha debido a la perpetración de ataques intencionados contra la población civil, sino debido a situaciones imprevisibles en unos casos y también a errores desafortunados en otros, ocasionados siempre por un accionar armado en situación de tremenda desventaja militar respecto a nuestros adversarios.”

Con la reiteración de que los responsables de crímenes atroces deben pagar cárcel, Uribe les responde que sí han cometido crímenes de guerra y que por lo tanto a los máximos responsables no se les debería dejar participar en política.

Esto es otro derivado de la concepción de que dado que lo que existe es un atentado terrorista, no habría que negociar con ellos nada diferente a las condiciones de su desmovilización.

Es interesante que Uribe defienda la Constitución del 91, porque durante su mandato se fue varias veces en contra de ella y ha sido el Presidente que más la ha reformado.

Uno de los puntos centrales del acuerdo sobre el punto 3 es que las Farc se comprometen a ayudar a erradicar los cultivos pero dejan el tema de la fumigación como último recurso posible. Seguramente es por esto, que Uribe puede decir que son “permisivos” frente al os cultivos. También es cierto que quedó explícita la conexidad entre el narcotráfico y la rebelión, como una fórmula que eventualmente los salvaría de la extradición pues al ser conexos podrían ser objeto de los beneficios de la justicia transicional.

Con este párrafo, Uribe deja claro que no acepta esa ‘conexidad’, un argumento que tendrá mucho eco ahora que los republicanos ampliaron su ventaja en la Cámara y obtuvieron la mayoría en el Senado gringo. Para un congreso republicano será más difícil aceptar que el narcotráfico quede subsumido dentro del delito político como una forma de blindarlos frente a la extradición.

Uribe se refiere al reciente fallo de la Corte Constitucional que permite al gobierno poner a consideración de los ciudadanos la refrendación de los acuerdos firmados con la guerrilla el mismo día de las elecciones locales. Esta decisión de la Corte plantea una gran oportunidad para movilizar a los ciudadanos a favor de la refrendación de los acuerdos pues si los políticos sacan a sus militantes a votar es más factible que ya en las urnas voten a favor.

En términos políticos, poder unir las elecciones con la refrendación del Acuerdo le daría una ventaja ‘emocional’, como dice Uribe, a la coalición santista pues es más fácil hacer campaña con la esperanza de que haya paz que hacer campaña en contra como lo haría el Centro Democrático.

Este párrafo de Uribe ha disparado las alarmas en algunos sectores porque es el punto en el que coincidirían las posiciones del ex presidente y las Farc: la guerrilla aboga -en gran parte por consejo de Leyva- por una Asamblea Constituyente que eleve a rango constitucional los acuerdos firmados por las Farc y que les permita discutir en ese foro los temas que han estado vedados en la negociación como la del modelo económico. Para los uribistas sería la oportunidad de modificar la Constitución para permitir una segunda reelección del ex mandatario. Que las Farc y Uribe hagan un ‘frente común’ a favor de la Constituyente sería un riesgo grande para el Gobierno que se opone a ello.

Uribe siempre ha defendido el cese unilateral de fuego. Ahora, además, propone su concentración al estilo ‘Ralito’. Sin embargo, en la práctica, si se concentran en la práctica sería un cese bilateral puesto que el Ejército combate es a la guerrilla puesto que las Bacrim, por lo menos en teoría, son un objetivo policial. Esto que propone el ex presidente es lo que se dará en la fase de implementación.

Uribe hace una crítica a la integración de la Subcomisión Técnica para debatir el Fin del Conflicto, que discutirá entre otras cosas cómo sería un eventual cese del fuego y la dejación de las armas, y que hasta ahora no se ha reunido. Como para Uribe lo que hay es una amenaza terrorista, no hay lugar para una simetría en la negociación y menos entre la Fuerza Pública y la guerrilla. Pero otros analistas consideran que el que ya esté casi todo el Secretariado en la Habana y que se de esta discusión entre los que han estado en el fragor de la guerra es una señal de que el proceso entró en una fase de resolución.

Estas preguntas sobre el “Plan B” del Gobierno no han sido respondidas todavía por el gobierno, que ha insistido en que la arremetida militar oficial no ha cedido en razón del proceso de paz, algo que muchas fuentes que conocen a las fuerzas por dentro desmienten. Los grupos de justicia privada desafortunadamente nunca han dejado de existir. No es claro a cuales ‘nuevos’ se refiere Uribe pero La Silla va a averiguar.

Según las reglas del derecho internacional humanitario, que ahora los militares quieren que sea el que los rija, las muertes de los combatientes son admisibles dentro de las reglas de la guerra, sin perjuicio de lo terrible que es que muera un colombiano en una guerra inútil. Como Uribe creía que lo que existía era una amenaza terrorista, la muerte de un soldado se percibía como equivalente a la de un civil porque no se aplicaba ese ‘principio de distinción’ del DIH.

En esos objetivos, tanto Uribe como el gobierno de Santos coinciden: buscan ponerle fin al conflicto armado y evitar que se repita.

En esta frase, Uribe vuelve a poner el foco sobre crímenes que podrían ser considerados de lesa humanidad cometidos por las Farc como el secuestro y el reclutamiento de menores, ambos cometidos de manera sistemática e incluso a partir de políticas escritas como la terrible ley 002. Si se define que son de lesa humanidad no podrían ser no ‘seleccionados’ por la Fiscalía ni quedarse sin cárcel ni permitirles hacer política a los responsables. Es un mensaje, además, para la Corte Penal Internacional, que persigue estos crímenes, y cuya eventual acción Santos estaría tratando de contrarrrestar buscando el apoyo de los países signatarios al proceso con giras como las de la semana pasada. La afirmación de Uribe de que esta discusión versa sobre el cartel de cocaína más grande del mundo (que no es verdad puesto que algunos carteles mexicanos les ganan) nuevamente le habla al Congreso en EE.UU.

Aunque la propiedad privada no está en juego en los acuerdos, Uribe sí ha hecho notar que el que la tierra “inexplotada” pueda ser expropiada por vía administrativa la pone en riesgo. Es en realidad una norma que existe desde 1936 pero la diferencia si hay un proceso de paz es que habría toda una poderosa fuerza política como el partido que creen las Farc defendiendo que se cumpla, cosa que no sucede ahora. Uribe, que representa sectores más asociados a lo rural, se ha vuelto vocero de esta preocupación. Lo interesante de su afirmación es que está debatiendo el contenido ideológico de los acuerdos, que es un paso más adelante del de simplemente discutir que haya una negociación.

 
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Álvaro Uribe Vélez
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Mié, 2014-11-12 06:39

De LSV me gusta el que hace un análisis de los temas y procura profundizar para encontrar la verdad o la falsedad. A Uribe le asiste el derecho a disentir y eso parece que hiere a tanto seudodemócrata que prefiere contestar lanzando toda suerte de insultos. El tiene una concepción igual a la de una inmensa mayoría. Son terroristas y narcotraficantes o son guerrilleros que se nutren del narcotráfico? A los primeros se les debe combatir, con los segundos es conveniente hablar. Se puede igualar a los militares que defienden la república con aquellos que la combaten? Se debe proteger a los primeros y negociar con los segundos. Quienes cometen crímenes de lesa humanidad, sea quien sea, se les debe condenar o indultar? La justicia, incluyendo los tribunales internacionales predican que deben ser condenados. Debe protegerse la inversión privada o impedirla para cerrar la brecha entre pobres y ricos? Como pueden ver los temas son de mucha monta.

Mar, 2014-11-11 21:45

Me parece importante que personas que representan los dos grupos mas importantes del país, que han generado tanta violencia, tengan la pre-intención de un pre-dialogo. No olvidemos que en ambos bandos todas las formas de lucha son válidas, así en el fondo cada uno se "muerdan la lengua".

Mar, 2014-11-11 22:34

Hay demasiado convencido en los buenos oficios de FUribe " por el bien supremo de la patria" y sobre todo por " amor a la patria" sin ningún tipo de interés.

Ahí si una vez más como decia don faustino- q.e.p.d-, esposo de mi tía Bachio: "engañar tontos no tiene ciencia."

Mar, 2014-11-11 20:52

Siempre he considerado que el Expresidente Uribe, sin q ultimamanebte este de acuerdo en todo cuanto dice, es el único q le hace un alto en el camino a las andanzas de Santos y a todo su séquito de mermelados, quienes están con el por eso, por la MERME. D eotro lado quisiera pedirle a la Silla Vacia, nos de su opinión sobre los recientes hechos ocurrido son el "alcalde" de COTA, CUNDINAMARCA, Alex Prieto, quien sigue orondo y campante violando la ley y los entes de control ni se pronuncian. Esperamos su concepto, señores de la Silla Vacía.

Mar, 2014-11-11 18:33

Cualquier movimiento que disminuya la polarización es bienvenido. No podemos seguir percibiendo como "enemigos" a quienes piensan, sienten o se interesan por cosas diferentes a aquellas en las que pensamos, sentimos o nos interesan. ¡Claro que hay que discutir! ¡Claro que hay que argumentar! Pero para ello la emoción debe bajar la guardia y cederle el espacio a la razón. Lucecitas de conversación ayudan a disminuir la balacera.

Mar, 2014-11-11 10:31

Me da curiosidad el comentario de Uribe respecto a grupos de seguridad privada, parece una advertencia, ¿acaso se están formando nuevos grupos paramilitares? ¿como lo sabe el y no el gobierno?

Mar, 2014-11-11 07:50

Traducción símultanea d q'?. Acaso no se conoce el Quien es Quien d Furibe y su posición respecto dl proceso Habana?; q en algún momento cambie el Tono, timbre e intensidad no implica q ya el Sr entro n razón. Cualquier posición q vislumbre algún tipo d aparente "Comprensión" no s más q la estrategia obligada q TOCA asumir ante lo irreversible dl proceso.

Los argumentos son los mismos, la propiedad privada, el castrochavismo, participación n política y la joya de la corona q muy hábilmente emplea c/vez q tiene la oportunidad de paniquear al estamento militar, ÚNICO verdadero sostén d su recalcitrante oposición. La filosofía del control socio- político es muy sencilla, mantenernos a flote el temor a los militares.

Las excusas va cambiando d flancos; ahora supuestamente no hay DINERO Y las " cuentas no dan". Así se prolongo lo dl metro n Bogotá y ahora ya no cuenta el costo y todos quieren sacar réditos políticos. Así mismo ocurrirá con el posconflicto. Le aparecerán dueños mil.

Lun, 2014-11-10 22:07

Más que hacer la interpretación (válida obvio), debieron organizar la famosa sección "Detector de Mentiras" para saber cuánto de los que dice el Mesías del Ubérrimo es cierto y cuánto hace parte de su desviación mental.

Mar, 2014-11-11 08:10

Eso ya lo hicimos en esta historia y los argumentos son similares: http://lasillavacia.com/historia/detector-de-mentiras-las-capitulaciones...

En esta nota preferimos rescatar la relevancia política de que Uribe entre en un diálogo con un interlocutor que ha fungido como asesor de las Farc.

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