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En Tinjacá, municipio boyacense de la provincia de Ricaurte, por cuenta del triunfo del voto en blanco, se repetirán las elecciones el 20 de diciembre. Foto: Pablo Orozco. |
El domingo antes de elecciones en Tinjacá el partido conservador reunió a sus seguidores ?numerosos en un pueblo acostumbrado a enarbolar el trapo azul? en un lote aledaño a la cancha de microfútbol. Como cada cuatro años, la política resultó un pretexto para festejar. Jaime Castro y los filipichines, y Clemencia Ruíz, exponentes de la carranga tinjaqueña, amenizaban el cierre de campaña. El ambiente de verbena venía precedido de una caravana desde la vereda Arrayanes. Por su camino, la caravana del otro candidato opcionado, “el del alcalde” ?pasa en la lejana capital, pasa en un pueblo enclavado en las montañas boyacenses? también partía de Arrayanes pero con destino a la vereda Providencia en la vía a Sutamarchán. Lo mismo: pólvora, música y ríos de cerveza al ritmo de Fantasía Norteña y Carranga Show.
Y del lado oeste de la carretera central, en un potrero sin gracia con vista a los manteles de la campaña conservadora, centenares de tinjaqueños ?jóvenes, tomateros, pensionados, amas de casa? que nadie había contado bien y al cabo de una semana darían la sorpresa de las elecciones, bailaban frente a una tarima hecha con el chasis de un camión, comían carne asada y papa con ají y aclamaban a su candidato: el voto en blanco.
Tinjacá fue el único municipio del país en el que el voto en blanco triunfó sobre los (demás) candidatos y obtuvo más de la mitad de los votos. Y a diferencia de Bello, donde ganó el voto en blanco hace cuatro años, aquí ocurrió sobre todo por un movimiento ciudadano: hubo cierre de campaña, publicidad en las ventanas de las familias adeptas, voluntarios que hicieron pedagogía de puerta en puerta, reuniones en las veredas.
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En Tinjacá, municipio tomatero, se vivió el Paro Agrario de 2014. Foto: Pablo Orozco. |
Los tinjaqueños conocen bien la historia que marcó el rumbo de las elecciones. Félix Roberto Sierra Sierra, médico de profesión, compitió en el 2011 y fue derrotado por el actual alcalde Alsilver Sierra. Cuatro años después se perfilaba como uno de los candidatos más fuertes para sucederlo, había descontento con el alcalde y Félix contaba con el reconocimiento y el cariño de muchos tinjaqueños por su trabajo en el puesto de salud y por la campaña anterior de la que todos tenían memoria. Hasta que se desató la controversia jurídica que lo sacó de carrera.
Gloria García Camargo, esposa del doctor Félix, trabajó como gerente del puesto de salud hasta finales de octubre de 2014: si fue hasta el 24 de octubre, según la carta de renuncia que presentó, el acta de entrega del cargo y las declaraciones de trabajadores del puesto de salud, o si fue hasta el 26 de octubre, fecha que avala el decreto de aceptación de la renuncia y el acta de la junta directiva del puesto de salud, lo cierto es que la inscripción de la candidatura de Félix Sierra fue revocada porque el Consejo Nacional Electoral, un mes antes de las elecciones, consideró que estaba inhabilitado.
Y entonces, como dice Adolfo Salinas (28), un muchacho de cachucha y azadón, que fue jurado y presidente suplente de la mesa de votación número ocho, el pueblo se organizó y dijo: ¿quién gana, la comunidad o el alcalde?”.
En poco menos de un mes, se gestó un movimiento ciudadano alimentado por el descontento con el alcalde actual, a quien la oposición acusa de participar en política ?jugando en las elecciones con los dos candidatos más fuertes?, y por la sensación de muchos tinjaqueños de que su candidato, sin salir a la arena, por un tecnicismo legal o una maniobra deliberada del alcalde, había perdido las elecciones en un escritorio, y no batiéndose en las urnas.
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Adriano Rodríguez, campesino y exconcejal tinjaqueño, apoyó el movimiento por el voto en blanco. Foto: Pablo Orozco. |
Adriano Rodríguez Ibagué (52), un campesino que vive de cultivar ciruelas y duraznos, concejal de Tinjacá durante dos periodos, apoyó al alcalde Alsilver Sierra en la campaña anterior, pero esta vez fue un entusiasta defensor del voto en blanco. “Obvio que sí voté en blanco ?abre los ojos, sonríe discretamente cuando lo dice?, aunque nunca pensé que ganábamos porque ganarle a tres candidatos es pesado, pensábamos que íbamos a poner por ahí 500 votos en blanco”.
Las demandas más sentidas de los tinjaqueños, vivienda y agua, que no sienten que haya solucionado la administración de Alsilver Sierra, son las razones principales del descontento.
“El alcalde sectorizó mucho y un alcalde es para el municipio y sus veredas, no para que les dé planes de vivienda a unos y a otros nada: a unos les llevaba 500 ladrillos, un cemento y una arena y ahí quedaban tirados en un potrero, y a otros ni siquiera eso. Lo otro es que desafortunadamente Tinjacá es un municipio que no cuenta con agua, unas veredas no tienen acueducto, y donde tienen los tubos no funcionan o no llega el agua, a pesar de que somos afortunados por tener el mejor clima del país”, dice.
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“Esto es una enseñanza para que la gente vaya pensando si se justifica votar por alguien, y que ojalá no sea solo para la alcaldía”. Clara Hernández. Foto: Pablo Orozco. |
Clara Hernández (32), una mujer que se toma la palabra y sabe bien qué hacer con ella, activista del voto en blanco y cuidandera de una finca de recreo en la vereda Siativa abajo, cuenta que el movimiento a favor del voto en blanco surgió ?y se financió? espontáneamente por el hastío de los tinjaqueños con la “clase política gobernante”. “Si alguien decía yo doy la gaseosa, otro decía yo doy cien mil o yo doy la papa, y el transporte lo conseguimos gratis. ¿Qué de dónde salió la plata? Cada uno colaboraba con lo que podía, así fuera con tomates para el ají (ríe), porque nosotros cuentas no hacíamos. Tuvimos dos reuniones grandes y la caravana para mostrarnos que éramos hartos. En esta campaña nos tocaba bailar sin luz, pero eso era felicidad”, dice.
En eso coincide con Raúl Alfonso (42), dueño de un asadero de carnes, oriundo de Garagoa, Boyacá, asentado en Tinjacá desde hace 15 años. Alfonso viste con delantal sobre un uniforme tipo ninja y, pinza en mano, cuenta que para el cierre de la campaña del voto en blanco trajeron un grupo musical “salpicón” de Chiquinquirá, que él de su bolsillo puso unas libras de carne, que otro muchacho prestó el sonido. “Pero hay que aclarar que la misma comunidad ?interviene una de las meseras del restaurante La Talanquera, a orillas de la carretera central? puso lo que pudo, que el más pobre decía yo doy un paquete de servilletas o si no tenía ayudaba a cargar las canastas o las ollas”.
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El voto en blanco fue protagonista de la campaña política en Tinjacá. Foto: Pablo Orozco |
El doctor Félix Sierra, en la convocatoria a nuevas elecciones para el 20 de diciembre, es otra vez candidato a la alcaldía. Pero dice que él no fue el promotor del voto en blanco sino que se sumó al “movimiento de opinión” que lo impulsó.
Félix Roberto Sierra Sierra (39) nació en la vereda Peñas Bajas, en Tinjacá, tiene dos hijos pequeños, Samuel y Sofía, y vive ahora en la vereda Funza abajo. Dirigió el Centro de Salud de Tinjacá y fue coordinador del Hospital de Chiquinquirá. Tiene el talante y las maneras de un Lara o un Galán ?signifique eso lo que signifique?, y así lo creen, con esperanza, muchos tinjaqueños que han visto cómo su carácter se ha templado por la primera derrota electoral y por el desgaste de una campaña que iba ser política y se volvió jurídica. Tiene el favor del pueblo que mayoritariamente votó en blanco, también, como una estrategia para apoyarlo.
Hace cuatro años, sin embargo, el favor del pueblo lo tenía el entonces candidato Alsilver Sierra, que se presentó sin el apoyo del cura, ni del rector, ni de los exalcaldes, y ahora puede contar como propia la derrota frente al voto en blanco.
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Propaganda negra en Tinjacá. |
Cuando en las otras campañas sintieron pasos de animal grande, se dijo del voto en blanco que si ganaba le quitarían el presupuesto al municipio, que era un saludo a la bandera, que sus partidarios debían conformar un comité promotor so pena de actuar contra la ley. Propaganda negra clásica o a lo mejor desconocimiento. El candidato que ocupó el segundo lugar, Henry Chacón, del partido Opción Ciudadana ?antiguo PIN?, declaró en la radio nacional: “mediante cuñas se promovió el voto en blanco, eso no refleja lo que dice la Constitución, la expresión de la voluntad del pueblo no se dio de forma espontánea. El voto en blanco fue promovido pero en ningún momento se constituyó un comité ni se registró ante la Registraduría".
Algo parecido opina el alcalde Alsilver Sierra, abogado procesalista, quien además cree que el triunfo del voto en blanco contradice la resolución del CNE que revocó la candidatura de Félix Sierra porque, a pesar de estar inhabilitado, él estuvo detrás de esa victoria.
“Ese voto (en blanco) debe ser voluntario, no debe estar amañado, no debe estar coercitado (sic), no debe estar constreñido, sino que debe ser un voto pulcro, diáfano, limpio ?‘a conciencia’, dice la voz en off de uno de sus asesores presente en el despacho durante la entrevista?, y eso no es lo que pasó en Tinjacá. Se debe abrir la jurisprudencia, yo pienso que sería importante conocer el concepto del Consejo de Estado, porque es un tema novedoso: quien se declara inhabilitado ?‘sigue promoviendo el voto en blanco’, dice de nuevo la voz en off?; se puede marcar un precedente jurisprudencial”, concluye.
No es verdad que el voto en blanco para ser válido ?o para poder hacer campaña a favor de él? exija que sus promotores conformen un comité (este es un requisito para pedir reposición de votos, no para promover el voto en blanco).
Aunque en Tinjacá, como ocurrió en varias de las capitales del país, triunfó el candidato antipolítico por excelencia ?que así puede considerarse al voto en blanco?, impulsado por ciudadanos inconformes, cabalgando en un movimiento de opinión, también es verdad que lo hizo en buena medida porque fue respaldado por un candidato avalado por un partido tradicional, el Partido de la U, a quien habían sacado a sombrerazos de la contienda.
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El movimiento ciudadano por el voto en blanco en Tinjacá contó con el apoyo de microempresarios como Raúl Alfonso. Foto: Pablo Orozco. |
“El mejor clima del país”, como los tinjaqueños a menudo nombran a su pueblo, amanece soleado después del triunfo del voto en blanco pero el pronóstico es reservado por las secuelas de una campaña tan pugnaz como la bogotana o la caleña o la bumanguesa. El alcalde Alsilver Sierra declaró en Radio Furatena ?cadena chiquinquireña? que los promotores del voto en blanco actuaban como “paramilitares”. Se refería, explica él, a la persecución de sus opositores durante la campaña, que le tomaban fotos, hacían anillos de seguridad cuando él visitaba las veredas, desconfiando de su imparcialidad política. Sus declaraciones cayeron mal entre los tinjaqueños: “vea las armas que tenemos ?dice Raúl Alfonso, levantando una pinza de cocina con la que le da vueltas a una tira de carne?, no, que respete”, y en el mismo sentido Clara Hernández pide “que si por favor no nos tildan de paramilitares, porque como ustedes pueden ver de paramilitares no tenemos cara”.
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María Eugenia Gil estuvo en desacuerdo con el voto en blanco: “el voto como debe ser, aquí eso nunca había pasado”. Foto: Pablo Orozco. |
Los opositores acusan de corrupción al alcalde; los partidarios de otros candidatos, de compra de votos en blanco a Félix Sierra. Pero las más de las veces son palabras dichas en caliente ?proselitismo puro y duro?, que enseguida se aclara no hay cómo demostrar.
Lilia Mendieta, concejal y propietaria de la tienda La Única sobre la plaza central, una mujer de ojos pequeños, que habla pasito, desencantada, hace un balance del clima político de Tinjacá: “yo quedé triste, es difícil, no se sabe qué es lo bueno, no se sabe si fue mejor que la gente se rebelara o que ganara uno de los otros, porque ya no es el mismo pueblo, hay mucha rabia, enemistades porque usted es de este bando o del otro. Lo único que quiero ahora es que se acabe esto rápido, quiero una navidad tranquila, poner los villancicos como antes, sin las malas caras de la gente en campaña”.
A una calle de la plaza central de Tinjacá, dominada visualmente por las colinas suaves, áridas, que rodean el casco urbano, se levanta el Colegio Mariano Ospina Pérez, una construcción de ladrillo de una sola planta, con un patio grande atravesado por minúsculos canales de agua. Allí donde entre semana corretean ciento dieciséis niños tinjaqueños repartidos en los seis cursos de primaria, el 25 de octubre, como sede de las elecciones, el Mariano Ospina Pérez atendió a los casi dos mil tinjaqueños (una participación del 77%) en las ocho mesas de votación habilitadas. Mil treinta y siete ciudadanos (53%) votaron en blanco en una jornada tranquila. Pero al cierre de las urnas hubo suspicacias porque el alcalde entró al Colegio, como clavero, dice él, y porque ?maldición de maldiciones? se fue la luz durante el conteo de los votos. Pero al final ganaron con h“los del blanco” por primera vez en Boyacá. "Y eso es un honor", como dice Clara Hernández.
En el mejor clima del país ?este puede ser un dato que los políticos tinjaqueños no han valorado con serenidad? la rayuela pintada en el patio del colegio parte de la Tierra, atraviesa las nueve estaciones y llega hasta el Cielo sin pasar por el Infierno, como en las rayuelas del mundo, sin chance de perderse en el Infierno, como en los pueblos del mundo.
Es la genuina hidalguía boyacense