La pela que le dio el voto de opinión en las urnas a la maquinaria fue sin lugar a dudas el personaje del año en Santander. Además de poner alcalde en Bucaramanga con Rodolfo Hernández, derrotó a los candidatos de los Aguilar con Leonidas Gómez.
En una ciudad tradicionalmente liberal como Bucaramanga, donde la maquinaria roja controló la Alcaldía durante los últimos ocho años, el voto de opinión se coló en las cuentas electorales y no solo redujo el abstencionismo (39.492 personas más salieron a las urnas con respecto a 2011) sino que también ganó el segundo cargo de elección popular más importante del departamento: la Alcaldía de la capital.
La temprana y poco convencional campaña de Rodolfo Hernández logró doblar el 11.2% de intención de voto que tres días antes de las elecciones le pronosticaban las encuestas.
Aunque el 28% que lo eligió es el mismo con el que Martha Pinto de Hart perdió contra Lucho Bohórquez hace cuatro años, y como lo contó La Silla, su electorado está concentrado en el estrato medio alto, el golpe que Hernández dio a la política tradicional no se vive todos los días. Al menos no en la historia de las contiendas electorales de la capital santandereana, donde el único triunfo del voto de opinión había sido el de Luis Fernando Cote Peña en 1998.
Obviando las diferencias que existen entre Hernández y en su momento Cote (él ya había sido concejal de huestes liberales y su discurso de renovación estaba representado en su juventud), ambos se hicieron con una campaña por firmas que prometió ser todo lo contrario al gobierno de turno.
Con el mandamiento de no robar, dentro de la concepción de la Lógica, Ética y Estética que su hermano Gabriel le estructuró como filosofía de campaña, el dueño de HG, una de las constructoras más importantes del departamento, le dio la espalda a la tradicional estrategia de la sede de campaña, de la propaganda indiscriminada por toda la ciudad y la de trabajar de la mano de candidatos al concejo.
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En su lugar, la campaña de Rodolfo Hernández se abrazó con las redes sociales y con la W –sonó en radio nacional con Julio Sánchez Cristo tres veces, tres días seguidos-, además le abrió las puertas del apartamento del candidato a propios y extraños para hacer reuniones políticas.
Las promesas con las que el voto de opinión puso al mando a Hernández, fueron, entre otras, no ser cercano al Concejo (como lo contó La Silla, ya está parcialmente rota) y aumentar la transparencia, discursos que calaron en el electorado, que venía de haber puesto un alcalde (Fernando Vargas) que fue destituido a la mitad de su mandato, y de haber sido gobernado por un mandatario encargado que en estos momentos está asegurado y tiene varios procesos en la Fiscalía por presuntamente haber desfalcado al Municipio.
La opinión también votó por un Alcalde que no se suma a ningún protocolo y que contrario a eso es desparpajado, de hecho, su carácter también le ha dado el calificativo en Bucaramanga de “prepotente”; por ejemplo, en campaña no quiso contestar el Quiz de Vanguardia, y una vez salió elegido se conoció un audio en el que se le escucha insultando a uno de los allegados a sus proyectos de vivienda, por problemas en la obra.
El fenómeno de opinión también estuvo representado en la elección de Leonidas Gómez quien ganó en todos los municipios del área metropolitana de Bucaramanga (los de mayor votación) y se quedó con el segundo lugar en la puja por la Gobernación.
El resultado de Leonidas Gómez representa más que un segundo lugar, ya que, además de doblar en votos las 110 mil firmas con las que avaló su candidatura por el movimiento ‘Dignidad Santandereana’, se quedó con el 23.35% del electorado, superando a los candidatos del clan Aguilar: Holger Díaz (21.45%) y Carlos Fernando Sánchez (17.87%).
Aunque su votación quedó 8 puntos porcentuales debajo del gobernador electo, fue suficiente para desvirtuar lo que se dijo de su campaña durante el periodo electoral: que estaba condenada al último lugar de los cuatro posibles.
Su campaña quijotesca, tuvo más que sumas tuvo restas: no tuvo apalancamiento de candidatos a alcaldía ni candidatos a la asamblea a excepción de Roberto Schmalbach (diputado del Polo Democrático); no hizo correría por todo el departamento, como él mismo reconoció al terminar la contienda, y su equipo de pregoneros no superaba las 15 personas mientras que el de sus contendores repasaban las 200.
Aún así, este empresario, que tenía como su único vínculo con la política su pertenencia al Moir y su amistad con el senador del Polo Jorge Robledo, se hizo sentir en la contienda por la recriminación constante y sonante a sus contendores por las investigaciones judiciales que tenían en curso y sus respaldos cuestionados.
Además, según conocedores de la movida política de la región, terminó siendo tan exitosa la campaña de Leonidas Gómez que le sirvió de trampolín en Bucaramanga a Hernández, quien posteriormente vinculó a parte del grupo del excandidato a la Gobernación a su equipo de empalme, y quien buscó acercamientos hace poco con él para incluir sus ideas en el plan de desarrollo de la ciudad.
Con todo y eso, a Gómez no le alcanzó para quedar en el palacio amarillo pero sí para iniciar inmediatamente un nuevo proceso político para medirse nuevamente en las urnas en 2019.
Así, Leonidas Gómez, con un caudal electoral importante pero sin administración pública, y Rodolfo Hernández, quien por el contrario conquistó la Alcaldía, encarnan el triunfo del voto de opinión, personaje del año en Santander.