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Río Ranchería. Fotos de Tatiana Alfonso. |
Este fin de semana, 120 personas de Alemania y Estados Unidos, organizaciones sociales, sindicatos e indígenas de distintas regiones del país se reunieron en el Resguardo Provincial del pueblo wayuu en el municipio del sur de la Guajira, Barrancas, para hacer un recorrido por el río bajo el lema “al río Ranchería nadie lo desvía”.
Los había invitado el Resguardo para protestar por su desviación por parte de la empresa El Cerrejón, que hace treinta años tiene minas en la zona. La desviación sería parte del proyecto de expansión minera que la carbonífera propuso recientemente.
Aunque no ha presentado formalmente la licencia ante el Ministerio de Ambiente y el presidente de Cerrejón ha dicho que "no vale la pena hacer mucha polémica sobre el tema” porque esta es hasta ahora una de muchas posibilidades que ha considerado la empresa, lo que La Silla pudo constatar es que El Cerrejón ya solicitó formalmente empezar la consulta del proyecto con comunidades wayuu.
A Provincial se puede llegar por Valledupar. Así se hace un recorrido por las canciones nombradas en vallenatos clásicos. Se pasa por Urumita, allá donde Moralito no quiso hacer parranda, por Fonseca, a donde iba viajando “Chema” Gómez cuando en Valledupar se encontró con Compae Chipuco, hasta llegar a Barrancas, donde bautizaron al cantor de Fonseca.
El camino es paralelo a la Serranía del Perijá que está al oriente. Al occidente, pero a una distancia mucho mayor, está la Sierra Nevada de Santa Marta.
El Resguardo está a diez minutos en moto de Barrancas, en un pequeño desierto, lleno de cactus espigados de varios metros o redondos pequeños como un balón con flores comestibles rosadas arriba.
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El resguardo Provincial fue creado en 1988, tiene 460 hectáreas y el mismo número de habitantes. Tiene casitas de barro, algunas con ladrillo y una escuela con buenas instalaciones, construida por el resguardo y el municipio de Barrancas. Limita al oriente con el Río Ranchería.
Lo primero que se ve en el Resguardo cuando se sube la mirada es el botadero de la mina: una pared vertical en la montaña con una terraza en el medio. Si se agudiza el oído se escucha, y esto de manera permanente, día y noche, el rumor de las orugas, como llaman a las máquinas inmensas que remueven el material de la mina. Es como si pasara una autopista junto al resguardo.
La relación con El Cerrejón es distante y fría. La gente resiente que ya no pueda ir a la otra orilla del río a cazar o a pastorear. Y es que el bosque al otro lado del Río, en la franja que hay antes del botadero, está bastante conservado por Cerrejón. “Antes esto era libre, ahora nos sentimos encerrados porque solo tenemos una entrada y salida del resguardo”, dice Mónica Uriana, una joven mujer wayuu.
Se come aún pescado, pero la dieta en Provincial es bastante pobre. Hay yuca y maíz propio, pero lo demás se trae del pueblo, la carne, el arroz, la pasta y las verduras. “Hoy los cultivos no se dan,” dice Mónica. Para ellos, el polvillo de la mina los arruina antes de que maduren.
Si desvían el Río, las comunidades temen que su vida cambiaría aún más e incluso, que tendrían que ser reubicadas, porque la minería llegaría hasta la puerta de sus casas.
En un informe para grupos de interés de 2011, El Cerrejón describió el proyecto de expansión minera llamado Iiwo’uyaa como “la clave del crecimiento futuro pues permitiría la explotación del carbón actualmente inaccesible que está debajo del río Ranchería”.
Este proyecto implicaría la explotación de dos tajos nuevos a cielo abierto, ambos debajo del Río Ranchería, para lo cual tendría que desviarlo en 26 kilómetros. Además, requeriría la construcción de instalaciones ferroviarias y portuarias, y de una presa y reservorio en el río Palomino.
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Este mapa, elaborado por Cerrejón y publicado por El Heraldo, muestra las areas mineras actuales, las que harían parte del proyecto de expansión y cómo se desviaría el Río Ranchería. |
El Presidente de El Cerrejón dijo esta semana a Diario del Norte, un medio local en la Guajira, que “nosotros no hemos presentado un proyecto que indique que el río Ranchería podría ser desviado, por eso no vale la pena hacer mucha polémica sobre el tema”.
En la misma línea, en una entrevista en Caracol, Julián González, Vicepresidente de responsabilidad y sostenibildad de El Cerrejón, dijo que el desvío del Río Ranchería es un proyecto de varios que se estudian como una posibilidad y que, en todo caso “esta desviación o cambio de curso no se haría afectando ninguna comunidad indígena, sino que se haría dentro del área minera”. Agregó que esto “es una preconsulta, es un chequeo, no es una consulta previa”.
Sin embargo, La Silla Vacía conoció la respuesta a un derecho de petición al Ministerio del Interior, en el que la entidad afirma que “la empresa Cerrejón solicitó mediante oficios de noviembre 29 de 2010 y diciembre 7 de 2010, el inicio formal del proceso de consulta previa”. Punto seguido enumera una a una las comunidades que ya están siendo consultadas para este proyecto.
Las comunidades están divididas actualmente sobre este proceso de consulta. Algunas se inclinan hacia el proyecto. El resguardo Provincial tiene una oposición definida que manifestó con una carta el Presidente de la República, en la que expresa su desacuerdo con el proyecto y la necesidad de avanzar con una consulta interna, es decir, un proceso de reflexión y decisión al interior del resguardo.
Para la gente que vive a lo largo del Río, la desviación es una polémica importante. Sobre todo porque ya está el antecedente de la represa para el Distrito de Riego de Ranchería, que ha alterado la vida del Río Ranchería, una arteria hídrica de una región con poca agua, pero con tierra fértil.
Lo más escaso en el resguardo es el agua potable. Para todo lo demás se usa el agua del Río. Para lavar, bañarse y cocinar. Mónica Uriana contó que para tomar, “ahora se hace el esfuerzo de traer agua en carrotanques, a veces la compra el resguardo y si no hay plata a cada uno tiene que buscar su agua”. El resguardo no tiene acueducto.
Gran parte de la vida en el Resguardo se hace en el Río. Allí pasan la tarde las mujeres y los niños, se lava la ropa, se juega y se conversa. Allí también hay sitios sagrados. Allí fue ofrecido un chivo al espíritu del río, cuyo cuero todavía estaba colgado en lo alto de un árbol cerca a una coca para tomar chicha.
El río es de color marrón y el agua es opaca y tibia. “Este no era el color del río, era verde y más claro” nos cuenta un mayor de la comunidad. Y al recorrer algunos puntos del río en dirección de su nacimiento en la Sierra Nevada de Santa Marta, se entiende por qué.
Entre Barrancas y Fonseca está el puente Guajiro. “Aquí veníamos con la familia a hacer sancocho, pasar el fin de semana,” dice José Redondo, de la comunidad campesina Las Casitas. Ahora es imposible quedarse más de cinco minutos, por el punzante hedor que expide. Escondido entre la vegetación hay un tubo que vierte aguas negras al río, que vienen del reasentamiento Roche, de comunidades campesinas que fueron reubicadas a un centro más urbano por El Cerrejón.
En las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, en el municipio Caracolí, se terminó de construir en 2010 la represa El Cercado para el Distrito de Riego Ranchería, que busca irrigar tierras en el sur de la Guajira y norte del Cesar, que es un proyecto del Incoder.
Caracolí se ve como un pueblo campesino muy tranquilo, pero en 2002 fue íntegramente desplazado por los paramilitares, año en que empezó el proyecto Río Ranchería. Los habitantes se quejan de que la represa inundó sus tierras fértiles, además de la planta hidroeléctrica que tenían, que era gratis y que operaban ellos mismos. A estas alturas no los han compensado con un nuevo sistema de electricidad.
Estaba previsto que la represa de Ranchería se llenara en tres años y se llenó en tres meses. Sin que fuera removida, se cubrió toda la vegetación que había en el terreno inundable. Los árboles cubiertos todavía están en pie y sus ramas sin hojas emergen sobre el espejo de agua.
Antes de llegar a Caracolí, el Río se encuentra con el inmenso muro de la represa. Allí las piedras tienen capas de algas y se forman charcos completamente verdes por la materia orgánica en descomposición. Arriba de la represa, el agua es cristalina y las piedras están pulidas.
La rápida inundación de la represa causó el desplazamiento de las culebras que vivían en esa zona y que comenzaron a atacar a la población. También proliferaron los mosquitos. Tres personas murieron en Caracolí de dengue. Un soldado del ejército, cuyo nombre desconocemos, Nelson Turizo y Oriso Bonilla, según nos cuenta Marcelino Camargo, líder de la comunidad.
Si El Cerrejón finalmente desvía el Río y hace su proyecto de expansión minera, entrará en conflicto con este Distrito de Riego. Y este es solo uno de los temas de los que no se ha comenzado a hablar.
La gente que vive en las riberas del Río Ranchería también teme que cuando comience a operar el Distrito de Riego, se afecte el caudal del Río.
Por eso, si finalmente la empresa tiene la intención de cambiar el curso de las aguas, miembros del pueblo wayuu piden que esta discusión se haga de manera seria para que la gente sea consciente de los impactos a largo plazo.
El informe de La Silla no señala la razón más contundente para oponerse a la desviación: el río es una barrera sin la cual la desertificación seguiría avanzando hacia el sur, y la desviación puede, como lo del distrito de riego, disminuir el caudal y contribuir al proceso de desertificación.
La LOCOMOTORA MINERA en LOCOMBIA apela a la técnica de TIERRA ARRASADA para mantener contentos a los empresarios extranjeros y hacer honor a los perversos principios sobre los que montaron el falso e indigno lema denominado "CONFIANZA INVERSIONISTA"
comentario reubicado (como harán con el río)