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La orden de arresto contra Santos por parte de un juez ecuatoriano es un episodio más de una larga enemistad entre el posible candidato presidencial y los presidentes vecinos. |
La orden de arresto de un juez de Sucumbíos, Ecuador, contra Juan Manuel Santos no pasaría de ser una anécdota si el país no estuviera arrancando una campaña política. Pero es posible que este incidente se convierta en el preludio de una politización de la relación con Ecuador y Venezuela, vía Santos.
La orden de prisión preventiva con fines de investigación contra Santos fue emitida por el juez primero penal de la provincia de Sucumbíos Daniel Méndez. Lo hizo en una audiencia de formulación de cargos del caso que investiga la muerte de 26 personas durante el bombardeo en la zona selvática de Angostura, Ecuador, durante el cual se dio de baja al comandante de las Farc Raúl Reyes.
El juez ordenó el arresto por “presunto delito contra la vida”, previa la solicitud del Ministerio Público del Ecuador, lo que significaría que no fue solo el arranque de un juez con delirios de grandeza. El fiscal que lleva el caso, Carlos Jiménez, explicó a la agencia EFE, que ahora se abrirá un período de tres meses para “recabar más elementos en busca de justificar la existencia del delito y la presunta responsabilidad de él y de los imputados que en lo posterior pudieren aparecer”.
Además, Jiménez dijo que si en el transcurso de la investigación se desvirtúan los hechos que dieron lugar a la acusación, se “pondría fin a esta causa”. Que es seguramente lo que pasará. Como ya han explicado varios expertos en relaciones internacionales, dado que la Operación Fénix fue planeada y ejecutada por el Estado colombiano y no por Santos personalmente, lo que tendría cabida en este caso es una demanda internacional de Ecuador contra Colombia.
De hecho, ya la Procuraduría General del Ecuador denunció al Estado colombiano ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA por su responsabilidad internacional en la muerte del ecuatoriano Franklin Aisalla, quien se encontraba en el campamento de Reyes.
En unos días, esta orden de arresto seguramente saldrá de las planas de los periódicos. Salvo que Juan Manuel Santos decida utilizar el incidente como un tema de campaña y como una estrategia para perfilarse como el “Candidato Anti-Chávez y Anti-Correa”, que puede ser otra forma de presentarse como el verdadero “Candidato-Anti-Farc”.
Esto sería una estrategia de doble filo.
Juan Manuel Santos tiene una historia de animadversión con los presidentes de Venezuela y del Ecuador.
Con Chávez, la enemistad arranca en el 2002, cuando Juan Manuel Santos, siendo Ministro de Hacienda de Andrés Pastrana, respaldó públicamente a Pedro Carmona, el jefe del fallido golpe contra Chávez. Luego, en sucesivas ocasiones, Santos ha declarado que Chávez es una amenaza para Colombia y la región. Incluso, algunas veces ha hecho acusaciones tan fuertes, que el mismo presidente Uribe ha salido a desmentirlo o a regañarlo.
Y con Correa, que suele tener los mismos enemigos que su mentor, la confrontación aumentó a raíz del bombardeo del campamento de Reyes en territorio ecuatoriano.
A Correa no sólo le molestó que invadieran su territorio para hacer una operación militar sin pedirle permiso y alegando que habían disparado desde la frontera colombiana, lo cual se demostró era una mentira de Santos, sino la tesis de "Legítima Defensa" utilizada posteriormente por Juan Manuel, según la cual un país tendría derecho a perseguir a los grupos terroristas que se encuentren en territorio extranjero.
“Santos no ha entendido que en América Latina no hay lugar para aspirantes a emperadorcitos,” dijo el presidente ecuatoriano en respuesta. Y Chávez acusó al futuro candidato de la U (si Uribe no se lanza) de querer llegar a Presidente “a punta de bravuconadas”.
¿Terminará el tema de las relaciones bilaterales volviéndose un tema de campaña vía Santos?
Tradicionalmente, Colombia ha tenido una política de no atizar el odio contra los países vecinos, algo que en otros lugares es muy rentable políticamente. Pero ahora que según la última encuesta de Gallup el 76 por ciento de los colombianos tienen una imagen negativa de Hugo Chávez y el 64 por ciento del Ecuador, Santos podría sacarle ventaja al tema.
En las pasadas elecciones presidenciales en México, a Felipe Calderón le benefició que Chávez apoyara a Andrés Manuel López Obrador, del PDR. Y en Perú, Alan García ganó caricaturizando a Ollanta Humala como la “carta de Hugo Chávez”.
Sin embargo, hay dos diferencias. La primera es que no es claro quién sería el candidato apoyado por Chávez y Correa. Y salvo que haya un contendor fuerte de izquierda, es posible que Santos sea el candidato ‘anti-Chávez’ pero que sus contendores tampoco simpaticen con él.
La segunda diferencia, que es aún más importante, es Barack Obama. El cambio de gobierno en Estados Unidos ha hecho que el rol de Colombia frente a Venezuela cambie sustancialmente desde la pespectiva de Washington.
Si para George W. Bush, la estrategia era contener a Chávez y su revolución socialista a través de Colombia, la estrategia del presidente Demócrata es más de acercamiento a Venezuela, a través de Brasil.
En este nuevo escenario, Santos no tendría la posibilidad de jugar la carta gringa contra Chávez.
Pero más allá de si le conviene a Juan Manuel Santos reforzar su imagen de candidato duro, más uribista que Uribe, explotando la enemistad suya con los presidentes vecinos y la orden de arresto del juez de Sucumbíos, que ya le ha ganado la solidaridad no solo del Presidente sino también del Partido Liberal, la pregunta de fondo es si al país le conviene volver el tema de las relaciones diplomáticas con socios comerciales tan importantes como Ecuador y Venezuela, donde viven millones de colombianos, un tema de campaña electoral.
Las tres razones de la popularidad que se le pueda abonar a Uribe y a Santos;
-La manipulación de las encuestas por parte de estas compañías, no es casual que hasta un “golpe de estado” cuesta el atreverse un presidente digno invitar su pueblo a responder preguntas en una cuarta urna con carácter no vinculante, sin contar con la “asesoría” de una de estas mismas compañías, sino hacerlas directamente desde el ejecutivo.
-Los medios de comunicación, hacen famoso a quien se les antoje, como Claudia Gurisatti hizo famoso a Carlos Castaño y por ende familiarizar y solidarizar al pueblo colombiano con las motosierras, la tortura y la barbarie como forma de combatir el secuestro y otras formas de violencia. Por eso la necesidad de invertir en este campo económico, que más que esto se convierte en el principal soporte de la lucha política. Porque un presentador de noticias como lo fue Andrés Pastrana llega a la presidencia de la República? Solo porque el sensacionalismo de los medios nos afecta y de que manera, hasta perder la conciencia en el momento que mas deberíamos tenerla, o sea en el “sufragio”
-Y la principal, la incapacidad en la seducción, por parte de quienes contrariamos el gobierno, que no hemos encontrado la manera sutil o no, de convencer y de hacer de la unión un solo frente contra la opresión, que es donde se nutre el adversario. La división es y será el alimento del imperio. Por lo tanto los gobiernos de América Latina están en la obligación de vincular a sus pueblos al desarrollo o seguiremos viviendo bajo el yugo.
Inequívocamente antes de cualquier diálogo Zelaya tiene que regresar a su gobierno como inequívocamente no se puede traspasar fronteras para ejecutar a connacionales.
Así que mientras haya “conciencia” ni Chávez ni Correas intervendrán en la popularidad de otros más que en la propia
NOTICIAS ELGRIS SOBRE ESTE TEMA:
http://www.youtube.com/watch?v=6n1LdEzrHTA
http://www.youtube.com/watch?v=vEwGaSGb5pA
Juan Manuel Santos le apuesta a la misma estrategia que ha puesto a los objetos de sus desafectos en el poder para conseguir votos. Y parece estar haciendo una apuesta única...
Será Hugo Chávez quien al final, con su lenguaje incendiario, le de una manito al exministro para llegar a la Casa de Nariño.
¿ O terminarán crucificándolo ? Lo que demuestra el amplio surtido de hipótesis es el manejo poco acertado de nuestra política exterior, hasta hace pocos meses dependiente absoluta de los dictados de Bush. La inestabilidad de los ministros formales de Relaciones Exteriores y su impreparación, indican que la improvisación ha sido la norma. La enemistad con los populares presidentes vecinos es grave para todos los efectos comerciales, pero cabe anotar que la mala relación se ha registrado al propio nivel presidencial. Recuérdense si no los epítetos cruzados entre Chavez y Uribe en varias ocasiones, cuando el primero habló de su colega reelecto como poco menos que de un jefe de mafia, y consideró a los colombianos no merecedores de tenerlo como gobernante; o las amenazas de AUV de denunciar al líder bolivarianista ante la Corte Penal Internacional. ¡Tan parecidos los tres redentores tropicales. Tan lejanos. Tan cercanos. Y tan necesitados los unos de los otros para sus fines personales!