Las disputas entre el alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina, y el gobernador del Valle, Juan Carlos Abadía, ya parecen una pelea de barrio. Cada vez es más evidente que los mandatarios no se soportan. Se mandan razones a través de los medios de comunicación y no pierden oportunidad para criticarse.
Tampoco saben cómo arrebatarse créditos. Hace 15 días, el General Oscar Naranjo anunció que enviaría 120 policías especializados a Cali debido al incremento de los homicidios. Inmediatamente, la Gobernación y la Alcaldía programaron ruedas de prensa simultáneas para atribuirse el aumento en pie de fuerza. A otra rueda de prensa, a finales del 2008, asistieron ambos mandatarios y como Abadía llegó primero, el alcalde Ospina se quedó en el sótano de la sede de la Policía Metropolitana durante 45 minutos hasta que el Gobernador salió del recinto.
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Jorge Iván Ospina, hijo de Iván Marino Ospina, quien fue comandante del M-19, tiene una vocación social y de generación de desarrollo. En Cali, su popularidad alcanza el 75%. |
En el centro de esta discordia está Juan Carlos Martínez, ex senador capturado por la parapolítica el 23 de abril de 2009. La historia es larga: Como el papá del gobernador Juan Carlos Abadía, Carlos Herney Abadía, fue el padrino político del senador Martínez, Martínez trabajó con todas sus fuerzas para la campaña de Juan Carlos Abadía a la Gobernación del Valle.
Lo que no se esperaban los caleños era que Jorge Iván Ospina, un prestigioso médico del Valle, alejado de maquinarias políticas, aceptara en la campaña del 2007 el apoyo del senador Martínez, un hombre que para ese momento ya despertaba sospechas de estar en algo ilegal. Ese fue el principio de los dolores de cabeza para Ospina y el origen de la pelea entre ambos mandatarios.
En contraprestación por el apoyo de Martínez, Ospina comprometió varios puestos importantes, entre ellos la Secretaría de Gobierno, la Secretaría de Deportes y la Gerencia de Metrocali. Con la Gerencia de Metrocali incumplió. Pero si nombró a Diego Cardona Campo, primo del Gobernador Abadía, como Secretario de Deportes y a Eliana Salamanca, cercana al senador Martínez, como Secretaria de Gobierno.
El apoyo de Martínez le salió caro a Ospina pues le dio entrada al gobernador Abadía, el más cercano aliado político de Martínez, para meterse a opinar acerca de su gestión. El problema se agravó cuando Ospina no quiso nombrar a más personas cercanas a Abadía y a Martínez en la Alcaldía.
Lea la columna de Aura Lucia Mera
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Juan Carlos Abadía, elegido como Gobernador del Valle del Cauca en 2007, dedica sus fines de semana a consejos comunitarios al estilo Álvaro Uribe y goza de una popularidad del 80% en el departamento. |
La imagen es todo
En varias ocasiones Abadía ha dicho que la mitad de su votación la obtuvo en Cali, que este es un municipio del Valle y que por lo tanto, tiene derecho a opinar de los asuntos de la ciudad. Por eso ha diseñado varias estrategias para posicionarse en la capital del Valle. Entre esas estrategias están los consejos de seguridad en las comunas de Cali. El último de estos consejos lo dedicó a hablar mal de las políticas de Ospina.
El Gobernador del Valle es un hombre joven, tiene 29 años, que cuida tanto su imagen personal como su prestigio político. Abadía ha dejado ver su intención de ser presidente de Colombia y ha utilizado a Cali como plataforma para tener visibilidad.
Por eso destina grandes sumas de dinero a la pauta publicitaria. Aun hoy se pueden ver vallas en las calles de Cali anunciando inversiones en seguridad; también hay cuñas en emisoras y programas del televisión en los canales de Cali.
La más reciente publicidad política pagada por el Gobernador tiene difusión en los mejores horarios de las más prestigiosas emisoras nacionales. En esta campaña radial, enloda la gestión de Ospina.
Ospina, un hombre de casa, amante de la música cubana y de las tradiciones, no tenía tal preocupación por la imagen. Pero ahora, se ha metido en el juego de responder a los cuestionamientos de Abadía para defender su gestión.
Con la pelea pierde Cali
Cali es la más perjudicada por los desacuerdos entre los mandatarios. Los efectos negativos de la pelea son más evidentes en el tema de salud. El senador Luis Élmer Arenas aseguró que el alcalde Ospina politizó la salud y que solo giró recursos a los centros de salud que estaban a cargo de sus amigos. Como consecuencia de esto, ya han cerrado cinco centros de salud a los que la alcaldía no giró recursos. El Gobernador anunció que destinará 500 millones de pesos para estos establecimientos. La pelea también dejó sin trabajo a 170 funcionarios del Hospital Universitario del Valle, del que Ospina fue director. Las personas nombradas por Ospina en ese entonces, han salido poco a poco de sus cargos por el recorte de puestos de personas cercanas al alcalde.
La situación se repite en temas cruciales para la ciudad como la alimentación de los escolares. El Gobernador Abadía quitó seis mil millones de pesos a los desayunos de estudiantes de secundaria de Cali argumentando que la alcaldía se lavaba las manos de sus responsabilidades. Meses antes, Abadía había prometido dar desayunos a los estudiantes de primaria y secundaria. Promesa que incumplió.
El Gobernador no ha dejado de criticar la ley zanahoria propuesta por el Alcalde, alega que le quita rentas al departamento por la venta de licores. Propuso, además, que debido al alto índice de homicidios, Cali necesitaba la presencia de cascos azules de la ONU, propuesta de la que Ospina se rió.
El diputado del Valle Christian Garcés considera que el Gobernador se ha entrometido de manera inadecuada en los asuntos de Cali: "el Gobernador critica la seguridad en la ciudad. Sin embargo, no ha destinado recursos a la Policía Metropolitana. Por eso en la Asamblea hicimos un llamado para que el Gobernador invierta en la Policía, ya que el slogan de su campaña fue Por un Valle seguro".
Muchos atribuyen los desacuerdos a grandes egos compitiendo por el protagonismo de la buena gestión. Milton Castrillón, el presidente del Concejo de Cali, le dijo a La Silla Vacía que en esta corporación ya no saben que hacer: "La dualidad de vanidades de los dos mandatarios le genera problemas a la ciudad, hay un desgaste político y administrativo que afecta directamente a los ciudadanos".
Andrés Salamanca, Defensor Regional del Pueblo, aseguró, por su parte, que es muy difícil que la ciudad prospere así: "No hay canales de diálogo, no se ponen de acuerdo, eso genera repetición de acciones y sobrecostos".
El pleito tiene siete capítulos y seguramente tendrá muchos más, porque criticar al otro se ha convertido en la exitosa estrategia política para sonar en los medios.
La lista de desacuerdos entre el alcalde Jorge Iván Ospina y
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El muchacho Abadía está más preocupado por pintarse las canas y parecer sabio y lleno de experiencias que por solucionar el traquetismo que se devoró al Valle. Sus grandes obras se quedaron en las páginas centrales de El Espectador y ADN, que es donde pauta regularmente, eso sí, tiene una cara de presidente o ministro de agricultura que no puede con ella.
Hasta cuando en Cali y en el Valle del Cauca tendremos administraciones tan deficientes, por un usar términos benévolos con nuestros mandatarios. Espero que algún día nos sacudamos y nos quitemos la maldición de la politiquería. Algún día... algún día...
Una muestra más de que el clientelismo y la burocracia están paradógicamente por encima de la sociedad.
La administración pública es tan confusa, que pareciera que las funciones, atribuciones y competencias no están bien delimitadas. Grosero el caso de Cali y el Valle del Cauca. Lástima no poder decir que es el único.
En Bogotá el concejo ha tenido iniciativas para expedir acuerdos que son del Congreso. Y en el congreso se ejercen funciones que deberían ser del consejo distrital. Y en todos con razón o no, hay un juego político de poder.
Y pierde la ciudadanía como siempre. Valdría la pena que la Procuraduría General de la Nación, o la Departamental ó la personería interviniera y revisara quien está ocupando los espacios del otro.
Cuando una persona es elegida para un cargo como Gobernador o Alcalde una vez se posesione debe dejar de lado sus posiciones politicas y dedicarse a gobernar y a cumplir lo que prometió. Las alcadias y gobernaciones se estan conviertiendo no solo en nidos de burocracia sino tambien en trampolines para aspirar a cargos como los del senado o la presidencia... eso es fatal sobre todo para el pueblo pues quines tiene estas intensiones dedian sus periodos a cultivar su imagen y popularidad a traves de grandes inversiones en publicidad que poco beneficia a las personas y solo benefican a sus imagenes (el bien particular pprima sobre el general, esto en contravia de la constitucion.. o no?) o terminana por volver su gobierno una beneficiencia donde los recursos terminana financiando medidas y polticas partenalistas.... mejor dicho repartiendo cuadernos, zapatos y mercados ap todo el mundo..... pero aun cuando se convinana las dos cosas mas los arreglos burocraticos con lagartos y politquero