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Jueves Junio 08, 2023

Colombia Civil

Después de la barbarie del conflicto armado, hay que reconstruir un horizonte de civilidad.

Profesor Asociado del Departamento de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá. Se desempeña actualmente como director del Centro de Estudios Sociales. Es también Faculty Fellow del Center for Cultural Sociology en Yale University y Fellow del Indo-Pacific Governance Research Centre de la University of Adelaide.

Sus intereses se enfocan principalmente en la sociología cultural, la sociología económica, y en particular sobre las relaciones entre sociedad civil y mercado, así como en la sociología cultural de la violencia. Sus publicaciones más recientes incluyen un libro publicado en 2012 en Nueva York con Palgrave-Macmillan sobre la influencia de la cultura sobre el funcionamiento de las instituciones monetarias (Central Bank Independence: Cultural Codes and Symbolic Performance) y otro libro editado por él que saldrá en 2015 con Harvard University y con la Universidad Nacional de Colombia sobre el papel de las prácticas creativas en las políticas públicas (Cultural Agents Reloaded: The Legacy of Antanas Mockus)

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Hilos temáticos: Justicia, Seguridad

Por Nelson Camilo Sánchez

En su columna de El Espectador, César Rodríguez Garavito señala algunas lecciones de la “primavera brasilera” que a su juicio podrían ser útiles para el caso colombiano. Pero la emotividad y optimismo de Rodríguez contrastan con la percepción pública sobre la protesta campesina del Catatumbo.

Mientras que gran parte de los internautas – en su mayoría con IPs en las grandes ciudades de Colombia – se solidarizan masivamente y se emocionan al ver las multitudinarias manifestaciones de Río de Janeiro o San Pablo, se alejan por completo de la protesta que lleva ya casi mes y medio en el Norte de Santander.

Pareciera que las primaveras en Colombia no florecen. Si bien, como lo ha demostrado Mauricio Archila, la protesta social ha aumentado en los últimos años, las movilizaciones ciudadanas urbanas, espontáneas y masivas como las de otros países han sido poco comunes. Así como mínima ha sido la solidaridad de los habitantes urbanos respecto de la problemática social de las regiones.

Las grandes marchas y movilizaciones (que tampoco han sido tan multitudinarias como sus promotores siempre pregonan) han tenido una maquinaria política determinada detrás de ellas. Incluso marchas de repudio a situaciones de alto impacto nacional y atrocidades del conflicto han tenido siempre un padrino político determinado. Por ejemplo, las marchas por las víctimas de uno u otro actor armado (como las del secuestro, las de las víctimas de desapariciones, la paz) siempre han sido reivindicadas por un sector político específico y estigmatizadas por el otro.  

El tema es complejo y tiene muchas vertientes explicativas en la sociología de los movimientos sociales. Al menos tres de éstas han sido usadas como explicaciones comunes  en Colombia.

Para unos existe una explicación histórico-económica del asunto que se deriva de la hegemonía del sector cafetero en la economía nacional.  Según esta teoría, en la medida en que en el siglo pasado el gremio cafetero asumió un liderazgo económico y estuvo al margen de la protesta social, la movilización social nunca tuvo la fuerza suficiente para convertirse en un motor atractivo de cambio pues, gracias al impulso del sector cafetero, la economía podía seguir adelante sin importar los paros de otros sectores.

Otros le achacan el problema a la guerrilla. Se aduce que la existencia de una extrema izquierda armada ha minado los proyectos sociales progresistas del país y la movilización social mediante dos vías. Por un lado, con la existencia de la guerrilla  - y de su contraparte armada en la derecha – se creó un sistema de estigmatización de la protesta que llegó hasta la eliminación física de quien tuviera el valor de movilizarse. Por el otro, se dice que la complacencia de la izquierda con los medios ejercicios por la guerrilla terminó generando un desincentivo para la movilización, así como una crisis de legitimidad de la protesta.

Un tercer sector ha visto el problema en la reivindicación judicial de los derechos, principalmente en la tutela. Para ellos, la “tutelitis” del país ha hecho que la sociedad (sobre todo la urbana de clase media y alta con más acceso a las cortes) vea en la vía judicial una forma más fácil y menos costosa de obtener ciertas reivindicaciones, sin la necesidad de tomarse el trabajo de organizarse y movilizarse por sus derechos. Dicen que por esto no hay, por ejemplo, un gran movimiento en Colombia por la salud o por la vivienda, pues las cortes terminaron suprimiendo la necesidad de que la ciudadanía se organizara para defender estos derechos.

Cualquiera que se la explicación, o incluso si es la sumatoria de éstas y otras, no parece que la onda primaveral vaya a tener un clima propicio en Colombia mientras los sectores urbanos no se interesen en la manifestación popular regional. Si la reacción urbana frente a la protesta sigue siendo la reducción del problema a la “infiltración de la guerrilla” (como en el caso Catatumbo), o la “ignorancia de los indios” (como sucedió en Toribio), las masas urbanas difícilmente verán como legítimo el vehículo de la protesta y movilización para sus propios intereses.

Es tal vez por eso más importante seguir la situación de Tibú que las atractivas marchas cariocas y paulistas.

Comentarios - Cada usuario tiene la posibilidad de incluir solo tres comentarios
Dom, 2013-07-14 17:32

Excelente ánalisis y una buena pregunta sobre la movilización social colombiana. La falta de interés o críticas a las protestas del Catatumbo tienen una raíz común: el clasismo colombiano. Para el arribista colombiano siempre será más glamurosa la protesta social en la Avenida Paulista o en la plaza de Al-Tahrir que las que ocurren en la Universidad Pública, en las carreteras colombianas o en los barrios populares. El mismo clasismo que ha humillado y olvidado al Catatumbo por décadas. 

Jue, 2013-07-11 20:37

Q primavera,ni q primavera, un país tropical no tiene mas q invierno y verano, y tenemos muy claro las consecuencias anuales de los mismos. Puedo ser aguafiestas,q Uds. los dueños del Blog,de seguro están bien untados de la mermelada de la información(teniendo en cuenta q están en Bogotá en medio de los hilos del poder) sean tan optimistas?, hacen un análisis apoyado en tres posibles 'vertientes explicativas',muy ciertas y hasta mas inclusive y esperan de verdad q esos tres factores puedan llegar a superarse?, Hay un trasfondo q es común a todos los países en especial estos del cono sur a los q llaman en ''vía de desarrollo''(por q yo creo q simplemente somos subdesarrollados y ya)y es precisamente el factor ESTADO en cabeza de cada gobierno de turno q nunca ha permitido dar mas haya de lo normal en especial EDUCACION q es lo que realmente deriva en poder lograr organizarse para q esas tres aristas sean derribadas y algún día esa 'primavera' nos retrase por lo menos el verano.

Jue, 2013-07-11 20:38

PD: se me olvidaba,...de verdad buen análisis, muy explicativo.

Lun, 2013-07-15 21:56

Es una posición idealista a la que muchos le apostamos, pero donde el ESTADO que es el principal motor del País no contribuye en nada para que esos extremos se suavicen y por lo menos dejen de ser tan radicales.

Se los retorno y además le deseo suerte. DIDUNDI.

PD: Me gustaría me dijeran que opinan de sus compañeros los BLOGECONOMIA en su última entrada ,a ver si esas posiciones contribuyen al país soñado.

Jue, 2013-07-11 17:24

Al menos lo que sucede en el Catatumbo y en general en varias regiones rurales del país sí puede considerarse, guardadas proporciones, como una "primavera" (como ahora se adorna políticamente ese nombre); no lo que trató de hacer el Movimiento Progresista cuando anunció masivamente la "Primavera Petrista" o cuando anunció una "Primavera Árabe" en Colombia si el Arzo-Procurador destituye a Petro. Esto último muy probablemente lo haga, pues el interés de Ordóñez es básicamente político.

Lo más cercano que he visto en donde la movilización tuvo un grado de aceptación y acompañamiento fue en las marchas de estudiantes contra la reforma a la Educación Superior en el 2011. Del resto, el etiquetamiento negativo es la tendencia predominante.

¿Será que si veremos una movilización social con una fuerte aceptación social en caso que Ordóñez aspire a la Presidencia y, por desgracia, gane?

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